El pitido final del partido entre Real Valladolid y Barcelona permitió constatar una estadística demoledora de Leo Messi. El argentino disputó los últimos siete partidos completos -en realidad ha jugado los 90 minutos en los nueve partidos pospandemia- y solo fue capaz de ver puerta una vez y de penalti en este tiempo, algo que no le había pasado en los últimos 15 años.
No es que Leo no haya tenido acciones ofensivas merecedoras de acabar en gol. Más bien al contrario, pues rozó la diana contra Celta, Espanyol y hasta Sevilla y Valladolid. Pero ha quedado claro que, al límite físicamente, no está teniendo tanta facilidad para anotar.
Lo que serían nefastas noticias para cualquier equipo es un halo de esperanza para el Barcelona. La Liga está casi perdida y el equipo tendrá que centrarse irremediablemente en la Champions.
Para entonces, con unos días de descanso después del cierre del campeonato, Leo podría estar más descansado y con más frescura en los últimos metros.
Pese a su bajón en el apartado anotador, Messi ha continuado demostrando que su calidad está intacta. El argentino, tras la pandemia, ha regalado ocho asistencias a sus compañeros y ha seguido siendo el principal argumento ofensivo del Barça. Además, hizo dos dianas de penalti y una en el úlitmo minuto ante el Mallorca.
En total, tres goles y ocho asistencias, números que firmaría casi cualquier otro jugador del planeta, pero que con Messi instalan las dudas acerca de si está lejos de su máximo nivel. Es lo que tiene haber sido el mejor durante tanto tiempo.