La verde Irlanda lleva un siglo partida en dos. Dos países, uno independiente, el otro integrado en el Reino Unido. Dos selecciones de fútbol. En contadas ocasiones han jugado juntas (en el fútbol), y la última tuvo lugar en 1973.
A comienzos del Siglo XX, Irlanda estaba por completo bajo dominio del Imperio Británico, pero la mecha del nacionalismo ya había prendido en la Isla Esmeralda. Como resultado, desde Londres se buscaron distintas maneras de solucionar el inminente conflicto.
La idea original pasaba porque ambas Irlandas, el sur católico y el norte protestante, formasen dos entidades independientes pero subordinadas a la corona británica, pero aquello no prosperó. En su lugar, tras una penosa guerra de independencia, el sur se libró del yugo británico.
Había nacido la República de Irlanda, y con ella la FAI (Football Association of Ireland), una escisión de la IFA (Irish Football Association, la Federación de Irlanda del Norte).
En el conflicto irlandés no vamos a ahondar, pero baste decir que vivió su punto álgido en los denominados 'the Troubles', el conflicto entre Irlanda y Reino Unido por Irlanda del Norte, y que estuvo activo desde los años 60 hasta 1998.
Desde la escisión de Irlanda hubo contactos entre la FAI y la IFA para presentar una selección unida. No en vano, en otros deportes como en el rugby, bajo la bandera de Irlanda compiten deportistas de Irlanda del Norte. Pero en el fútbol ese acuerdo nunca prosperó.
En los años 20 y 30 es cuando más cerca estuvo el acuerdo, pero siempre acabó cayéndose. La idea se olvidó hasta que en 1973 volvió a salir a flote. El problema es que 'the Troubles' desangraban el norte entonces.
¿Cómo iba a ser posible que irlandeses y norirlandeses jugasen juntos al fútbol si en las calles de Belfast se respira un ambiente de guerra? Sin duda hubiera sido una imagen muy potente de cara a la paz, pero no era algo que interesase a todos. Podía malinterpretarse.
Una Selección Irlandesa Unida era el sueño de Louis Kilcoyne, presidente de la FAI en esos años 70. Cuando se enteró de que Brasil, campeona del mundo en 1970, iba a hacer en el verano de 1973 una gira por Europa para preparar el Mundial que se disputará el año siguiente en la RFA, se puso a trabajar para lograr una parada de la 'Canarinha' en la verde Irlanda, como relata 'The Guardian'.
Y se propuso que Brasil jugase contra un 'All-Ireland Team'. El problema es que nadie en el norte parecía dispuesto a apoyar su sueño. Movió sus hilos, en los clásicos tejemanejes de la FIFA, para convencer a la Federación Brasileña de que le apoyase.
Lo tenía fácil. En aquellos días su presidente era Joao Havelange, quien tenía la firme intención de presidir la FIFA. Le prometió su apoyo a cambio de que respaldase su intención de jugar un amistoso contra una Irlanda unida.
Para vencer las reticencias del norte, Kilcoyne vistió el partido como un amistoso benéfico y no se usó el nombre de Irlanda en ningún sitio (y menos nada de Irlanda unida). Contra Brasil jugó un equipo denominado Shamrock Rovers XI.
Por parte de Irlanda del Norte jugaron varios futbolistas, gracias a la mediación de su cuñado, Johnny Giles. Este se ganó el favor del capitán de la Selección Norirlandesa, Derek Dougan. "Si jugamos contra Brasil, te garantizo que iremos seis futbolistas y yo mismo", se dice que le prometió Dougan a Giles.
Y así, una suerte de Irlanda unida se enfrentó a la Brasil de Jairzinho, Rivellino, Piazza o Clodoaldo, a las órdenes del mítico Mário Zagallo. Era el 3 de julio de 1973 y Brasil ganó 4-3, y aquella Irlanda unida se llevó el aplauso generalizado por su entrega.
La contrapartida, el precio a pagar, fue el ostracismo al que los norirlandeses fueron sometidos a su vuelta. De hecho, Dougan no volvería a vestir la camiseta de su Selección nunca más. Hay quien dice que fue por este amistoso, y otros creen que el motivo fue puramente deportivo: estaba bien metido en la treintena y, de hecho, ya llevaba varias convocatorias fuera del equipo.