Llevaba Lewandowski 15 jornadas consecutivas marcando al menos un gol, y todos esperaban que le metiera al menos uno al Greuther Fürth, colista de la Bundesliga. Y sí, le cayeron tres, pero ninguno del polaco. El récord sigue en manos del eterno Gerd Müller.
Todos esperaban dos cosas: que el Bayern ganara y que lo hiciera con al menos un gol de Lewandowski. Había tres puntos en juego, pero también la posibilidad de hacer historia en la Bundesliga.
El Bayern se encontró en el Sportpark Ronhof de Fürth con un Greuther atrevido, contestón. Sin nada que perder, el actual colista de la Bundesliga tenía dos opciones: encerrarse y rezar porque no le cayera un saco de goles, o tutear al gigante bávaro y dar una buena imagen aunque eso conllevase ser goleado.
Optó Stefan Leitl por lo segundo. Salió atrevido el Greuther, con un once ofensivo, solidario en la presión y aguerrido al ataque. El problema es que para ganar al Bayern con eso no basta. La voluntad se queda corta.
El Bayern no sufrió. A balón parado es posible que las fuerzas se igualasen, pero tras cada acción de esas en su campo, los bávaros salían como rayos hacia la meta rival, al contragolpe.
Así llegaron las primeras acciones de peligro del Bayern, complementadas lógicamente con jugadas marca de la casa, de fútbol de toque y posesión, con la infernal velocidad que el club muniqués sabe darle al balón.
El 0-1 llegó en el 10', muy temprano, pero eso no amilanó al temerario Greuther. Thomas Müller cazó en la frontal un balón suelto y lo remató al fondo de las redes.
El segundo llegó en un nuevo contragolpe, a la media hora de partido, con una dejada de Sané para la llegada de Kimmich desde segunda línea. El mediocentro, con un pase a la red al estilo Kroos, hizo el 0-2 y dejó el partido visto para sentencia.
Faltaba solo el gol de Lewandowski. El Bayern se puso a jugar para el polaco, como tantas otras veces ha hecho, cada vez que 'Lewy' estaba a punto de batir un nuevo récord.
En esta ocasión buscaba el de más jornadas consecutivas marcando. Llevaba 15 y quería llegar a las 16 de Gerd 'Torpedo' Müller. Pero el gol se le resistía. Estaba muy marcado y no había forma de conectar con él.
Los centros no le llegaban, y los pases filtrados o bien eran muy largos, o eran cortados o se le escapaban. ¿Estaba atenazado por la ansiedad? Quizá no haya que descartarlo como posibilidad.
El descanso llegó sin más goles, y la segunda parte comenzó con el Greuther igual de contestón, y con el Bayern a lo suyo. Sin embargo, todo cambió por culpa de Benjamin Pavard.
El lateral francés cometió un error impropio de un futbolista de su categoría. El Greuther había robado un balón peligroso y Green se marchaba lanzado hacia el área de Neuer. Sin embargo, su carrera parecía condenada al fracaso: tenía a Pavard colgado del hombro, y ya les estaba alcanzando un compañero.
Pero al galo le saltó el relé. Quizá pecó de exceso de confianza, y se lanzó al suelo para quitarle el balón. La acción, que de salir bien resulta espectacular, acabó en fracaso absoluto. Green rozó la pelota, se la adelantó, y Pavard le cazó con la plancha el pie.
El colegiado, acosado por los jugadores locales, enseñó la roja directa al lateral del Bayern, que acabó jugando casi todo el segundo tiempo con uno menos. Habían pasado solo tres minutos desde la reanudación.
El Greuther Fürth intentó, sin éxito, meterse en el partido con un gol tras la expulsión, pero no lo logró. El Bayern no solo no sufrió con uno menos, sino que se permitió el lujo de buscar el tercero. Tenía que marcar Lewandowski.
La situación apagó los ánimos del Greuther, y de su ruidosa hinchada. Parecía que habían bajado los brazos, pero era un espejismo. Cada llegada la celebraban como si fuera medio gol, aunque la acción terminase en nada.
Mientras tanto, en la otra parte del campo, el Bayern buscaba a su '9'. Y estuvo a punto de encontrarlo en el 68'. Pero Griesbeck lo evitó. Joshua Kimmich puso un balón perfecto en el área y Lewandowski fue a rematarlo. Bregaba con Griesbeck, y este metió la pierna, con tan mala suerte que su intento de despeje fue hacia el fondo de su portería.
Lewandowski se levantó con gesto serio. No celebró el gol, porque no había nada que celebrar. No se lo iban a anotar a él. Sus compañeros no lo sabían aún, pero lo entendieron rápido cuando vieron su cara.
Había tenido el récord a centímetros, pero se le escapó. Y no volvería a tener otra ocasión así. Los minutos pasaron para él a velocidad de vértigo, mientras en el campo ocurría algo que poco menos fue como un regalo de Navidad.
El gol del Greuther. Fue en el 88', en una de tantas llegadas de peligro sobre el área de Neuer. Nagelsmann acabó descomponiendo su equipo con los cambios y terminó concediendo más de lo que le hubiera gustado.
Itten, uno de los suplentes locales, conectó un testarazo picado y cruzado, a centro de Tillman (otro reemplazo), y marcó el gol del honor. El estadio lo celebró como si valiera algo, porque no todos los días le marcas al mejor equipo no ya de Baviera, sino de Alemania y quizá de toda Europa.
El pitido final llegó en el 93', y con él acabó la racha goleadora de un Lewandowski que había anotado en las diez últimas jornadas de la pasada Bundesliga y en las cinco primeras de esta. Ganó el Bayern, pero a qué precio...