El equipo galés estuvo a punto de sacar los colores a los 'gunners'. Técnicamente lo hicieron, pues hasta por dos veces lograron llegar al empate. Cuando avistaba la orilla, Lacazette soltó un zarparo a la escuadra que acabó con su sueño. Lo celebró Emery con el puño al aire como si fuera una Champions.
El Arsenal, que ya había perdido dos partidos y transita por la zona media, no podía permitirse el lujo de patinar ante un equipo que en 270 minutos no había logrado un solo tanto. Y sufrió de lo lindo para ello.
Parecía que Mustafi había alfombrado el camino a los 12 minutos, cuando remató de cabeza entrando como una exhalación un córner botado por Xhaka.
Lo que debía ser una balsa de aceite se complicó sobremanera en el último minuto de la prolongación de la primera mitad. Un centro que no controló bien se le quedó a los pies y lo fusiló a las mallas para lograr su primer tanto en la Premier, también el de su equipo.
Un paso adelante
El Arsenal sufrió y sufrió, impotente, y hasta que no aparecieron sus hombres decisivos no pudo encontrar algo de aire. En el 62, Aubameyang conectó con Lacazette en la frontal y se sacó el clásico derechazo con tiro de calidad del FIFA. Otra vez ventaja, otra vez una irrealidad.
Porque el Cardiff tenía el día para subirse a las barbas. Solo ocho minutos después, Danny Ward devolvió la goleada con un jugada llena de cabeza. Prolongó Morrison y el delantero colocó tan bien la bola que hasta tocó en la madera antes de entrar.
A partir de ahí, el Arsenal se volcó lo que pudo. Hasta que Lacazette salió al rescate aprovechando un pase en profundidad de Bellerín. Ya no está Wenger, pero ahí trazas de identidad que los londinenses aún deben superar.