El fútbol como tal nació a mediados del Siglo XIX, cuando se redactó el Código Cambridge, el cual a su vez dio paso a las normas de la Football Association inglesa. Desde entonces, las normas han ido cambiando poco a poco, introduciéndose nuevas y retirándose otras.
Como el fútbol nació como una variación del rugby, las primeras porterías no tenían larguero, solo postes, separados entre sí por ocho yardas. El primer travesaño apareció en las normas en 1863, y hoy en día su altura está fijada en 2,44 metros.
También se tardó un tiempo en definir normativamente cómo debía ser la pelota con la que se jugaba. Cada equipo tenía la suya, de una medida, peso o presión diferente.
No fue hasta 1934 cuando se llegó a un acuerdo sobre el balón, determinado unos valores de circunferencia, masa y presión que se mantienen vigentes, más o menos, hasta el día de hoy.
Esto quiere decir que el primer Mundial, el de 1930, se jugó con el balón que tocase en ese momento. De hecho, la final se jugó cada parte con el balón de un equipo. La primera, con el de Argentina, y se fue al descanso ganando 2-1. La segunda, con el de Uruguay, y remontó 2-4 para hacerse con la copa.
El penalti también ha cambiado. ¿Sabían que en origen el punto fatídico no estaba marcado dentro del área? Siempre se lanzó desde once metros desde la línea de gol, pero claro, esos once pasos no siempre eran rectos, ni medían lo que debían medir.
La distancia se calculaba como se calcula hoy en día la de las barreras en las faltas, a ojo. Hay cosas que el fútbol no cambia jamás.
Hablando del campo, este tampoco estuvo reglamentado hasta que un día la IFAB decidió que tenía que medir entre 90 y 120 metros de largo y entre 45 y 90 metros de ancho, aunque esas medidas son más estrictas para los torneos de la FIFA, por ejemplo (de 100 a 110 y entre 64 y 75).
En origen, el largo de los campos, por ejemplo, podía ser de hasta 200 yardas, lo que vienen a ser poco más de 180 metros. ¿Se imaginan lo que es jugar en un campo de 180 metros de largo? Eso no hay pulmones que lo aguanten.
Más recientemente el fútbol introdujo algunos cambios en el reglamento, como la introducción de la infracción por cesión al portero en 1992. Hasta ese año, el portero podía recibir el balón de un compañero con el pie y atraparlo con las manos.
Eso dio lugar a que la picaresca del fútbol, una cualidad inherente a este deporte de caballeros practicado por villanos, explotara hasta el tedio esa posibilidad. Siempre se ha dicho que fue por la Dinamarca campeona en Suecia 1992 por lo que se cambió aquella norma.
La forma de decidir los partidos en torneos eliminatorios también ha cambiado con el paso del tiempo. ¿Qué hacer cuando un partido queda en empate? La prórroga fue la primera solución al problema, jugar media hora más. La primera se disputó en el Campeonato Sudamericano (como se denominaba a la Copa América en origen) de 1919.
Pero lo más normal era recurrir a lo que los ingleses llaman 'replay'. Esto es, jugar otro partido, el partido de desempate. ¿Y si ese queda de nuevo en empate? Pues se juega otra vez, hasta que uno gane.
Esta fórmula se sigue utilizando, con matices, en Inglaterra, aunque cada vez tenga más detractores, por lo cargado del calendario actual.
Pronto (casi medio siglo, dicho sea) se vio que el 'replay' no era una solución viable, y nacieron las tandas de penaltis, porque dejarlo en manos del azar era injusto (en la Eurocopa de 1968, Italia se clasificó a la final tras acertar el lanzamiento de moneda del colegiado).
Desde los años 50 se empezó a gestar la idea de resolver las cosas desde los once metros. Tuvieron que pasar 20 años más para que la FIFA los incluyera en sus normas, y aún así, han evolucionado.
A veces un equipo tiraba sus cinco penaltis, y luego pasaba el turno el rival. También se propuso tirar alternando parejas (AB, BA, AB, BA, etc), una medida que la FIFA está estudiando actualmente.
Como curiosidad, la MLS, que siempre ha ido un poco por libre, tenía los denominados 'shootouts', unos penaltis que se comenzaban lanzando desde el centro del campo, en los que el jugado tenía que encarar y batir al portero, como en el hockey hielo.
Y aún nos falta una forma de finalizar los partidos que actualmente está en desuso, los infames goles de oro y plata. Desde 2004, la FIFA los ha desterrado del fútbol.
El gol de oro ha sido una de las normas más polémicas que se han introducido en los últimos tiempos. Era la aplicación al fútbol profesional del coloquial "el que mete, gana". Un préstamo del fútbol de la calle, vamos.
Si el partido llegaba a la prórroga, acababa en cuando uno de los dos equipos marcase. Como era injusto que por un error en el minuto 91 fueses eliminado teniendo 29 minutos para enmendarlo, se creó el gol de plata.
Este fue una relajación del estricto gol aúreo, pues permitía jugar hasta el final de la primera parte de la prórroga. Resultaba ganador del partido el equipo que alcanzase del 105' por delante en el marcador.
La aplicación de los goles de oro y plata derivó en un fútbol rácano, poco vistoso. Los equipos jugaban las prórrogas a la defensiva, pues nadie quería perder por un error y parecía mejor jugárselo todo a penaltis.
Quizá en unos años normas que hoy tenemos asumidas como normales aparezcan en una lista como esta, y la gente se pregunte cómo era posible que, por ejemplo, solo hubiera dos linieres .