Se suele decir que una temporada es muy larga. Hay tiempo para sentirse el mejor, pero también para encerrarse en casa cuando sólo llegan críticas. El año futbolístico fue de menos a más parar Lovren. De pesadilla a sueño a punto de cumplirse.
Comenzó la temporada y Klopp le consideraba fijo. Jugó dos de los tres primeros partidos completos y salió del banquillo en el otro, pero su rendimiento empezó a generar dudas en Jürgen, que le dejó fuera de la primera gran cita del curso, en la que el Liverpool cayó estrepitosamente ante el City (5-0).
La sentencia de Wembley
Sumó dos banquillazos y volvió a la titularidad para, unas jornadas más tardes, vivir su peor momento del año. El 22 de octubre, el Liverpool visitó Wembley para medirse al Tottenham y en el minuto 30 los 'reds' perdían 2-1 a causa de dos errores defensivos del propio Lovren. Klopp le sustituyó a la media hora de juego, dejando un mensaje claro: debía cambiar su actitud si quería ganarse un puesto en el once.
Las siguientes semanas fueron muy duras para él. El técnico alemán le dejó en la grada en un par de ocasiones y también le mostró el banquillo. La prensa se cebó con sus irregulares actuaciones y nadie apostaba por que Lovren pudiera levantarse tras caer en el pozo, pero lo hizo... y lo hizo acompañado del mismo que le sentenció: Klopp.
El técnico empezó a darle protagonismo cuando peor se encontraba y eso, en sus propias palabras, le hizo sentir "mucha más seguridad". Klopp sabía que sólo era una mala racha y así lo dio a entender cuando comenzó a recuperar su primer nivel: "Yo nunca dudé de él. Quizá fui el único".
A día de hoy, las críticas se convirtieron en elogios y la llegada de Van Dijk le benefició gratamente. Con el holandés ha formado una pareja fortísima que ha valido para llegar a este 'final stage' por la Champions en el que será titular con el objetivo de ponerle la guinda a un año que empezó siendo pesadilla y que ha terminado con tintes de sueño cumplido.