Corría el minuto 89 cuando el portero del Galway United, equipo que se encontraba 0-2 por delante en el marcador, recibe un balón al área tras un mal disparo del rival. El guardameta controla y, con calma, se dirige hasta la línea de fondo, esperando a que llegara un rival a presionar para coger el balón.
Esta táctica, vista mil y una vez en partidos de cualquier división, le salió mal. Su error radicó en que, después de coger el balón, lo dejó en el suelo y acto seguido volvió a cogerlo, lo que el árbitro acabó considerando como una autocesión para perder tiempo.
Una vez que el meta cogió el balón por segunda vez, el árbitro se acercó corriendo a él y se echó el silbato a la boca. Un jugador rival, al ver que el colegiado había pitado un libre indirecto, cogió el balón de manera pícara de las manos del cancerbero, lo dejó en el suelo y lo puso en el corazón del área con un centro raso para que su compañero lo mandara a las redes.
El portero, incrédulo, ni llegó a protestar, ya que era consciente del error que había cometido. Los jugadores del Galway sí lo hicieron, pero sin razón, ya que, con el reglamento en la mano, está prohibido que un portero coja el balón con las manos después de haberlo puesto en juego él mismo.
En el último minuto del partido pasa ESTO pic.twitter.com/ECUWWyjUGI
— Footbie España (@footbieES) 22 de mayo de 2018