El Elche saboreó este lunes la cara más amarga del fútbol, esa que hunde y que te ahoga por mucho trabajo que hagas. Solo anotó un gol, esa pieza de valor que determina el triunfo si metes el balón dentro de la portería.
No se les puede recriminar nada a los de Pacheta. Bueno, quizás sí, algo de efectividad, pues el Elche disparó en 16 ocasiones, mientras que Osasuna, que le dobló en materia goleadora, chutó la mitad de las veces.
Empezó mejor Osasuna, solo hasta que el Elche se asentó y sus carriles comenzaron a carburar. Josan, por la izquierda; Iván Sánchez, por la derecha. Yacine y Nino, en punta. Vaya equipazo tiene el conjunto franjiverde.
Fue un partido especial para Nino, que se enfrentaba a uno de sus ex que más huella le ha dejado. Sin embargo, ni por la ley del ex consiguió aumentar la renta el Elche. Todos jugaron a la perfección, solo faltó el premio del gol.
Especial énfasis hay que realizar sobre Yacine Qasmi, ya que el marroquí está realizando un trabajo fantástico desde que llegara procedente del Melilla, aunque el gol se le está atragantando de manera extraña, y la cita en esta jornada 35 fue un claro ejemplo de ello.
Iván Sánchez fue el que abrió la lata. Jugada marca de la casa, recorte hacia dentro y disparo directo a la escuadra. Inapelable. Golazo. El Elche se fue en tromba para buscar el segundo tanto. Osasuna, noqueado cual boxeador en la lona.
Ocasiones, ocasiones y más ocasiones...
Josan desaprovechó un mano a mano completamente solo ante Rubén y, tras el descenso, tímida reacción navarra para buscar territorio rival. Llegó el empate por mediación de David García, que solo anota cuando más lo necesita Osasuna.
El zaguero rojillo sacó partido de un mal despeje de la defensa del Elche y fusiló a Édgar. Eso no fue suficiente para derribar a los locales. Yacine volvió a fallar, Rubén Martínez detuvo a Nino y el Martínez Valero se llevaba las manos a la cabeza.
Todo parecía escrito. La suerte estaba echada, aunque no lo llamemos así, su nombre es fútbol y es tan apasionante como inexplicable. El dominio del Elche se fue diluyendo, pero nadie esperaba lo que sucedería en el 87' de encuentro.
Envío al segundo palo, nadie despeja y engancha Roberto Torres para ponerla en la esquina de la portería de Édgar. Tenía que ser él, el '10' histórico de Navarra. Otro ejemplo más de fútbol, lección de acierto y un Osasuna que saborea de la mejor manera el ascenso a Primera.