Los premios solo sirven para salir en la foto y para guardar polvo en casa. Pretenden alumbrar una realidad en muchos casos incierta, aderezada con fuegos de artificio e intereses cruzados. Que Leo Messi fuera quinto en la última edición es tan chistoso como vergonzoso. El mejor del mundo, posiblemente el mejor de todos los tiempos, el último ganador de la Bota de Oro, el que levantó Liga y Copa. Quinto, ni entre los tres mejores.
La decisión de los votantes terminó convirtiéndose en un resorte para Messi y un dolor de cabeza para el Espanyol. El argentino llegó a Cornellá con ganas de fiesta. Fue una de esas noches en la que su varita mágica enterró todo lo que encontró a su paso. Fue como un volcán en erupción, una fórmula indescifrable que solo él sabe resolver. Qué partido hiciste Leo, capaz de enamorar a tu peor enemigo.
Dos golazos de falta, una asistencia, un tiro al palo y un sinfín de arrancadas, gestos y regates imparables. Nadie en el Espanyol fue capaz de parar a Messi, probablemente solo un ejército podría haberlo hecho. En días así, lo mejor es sacar las palomitas y el babero. Cómo se puede frenar a alguien que parece que juega a otro deporte. Ya lo dijo Frenkie de Jong recientemente: "A su lado, los rivales parecen niños".
8 de diciembre de 2018
1 de diciembre de 2018
Hasta el Barça tuvo que presumir en redes de Leo. 'The GOAT', a tenor del 'emoji' elegido por el club. Llámenlo como quieran, a este nivel cualquier calificativo se queda corto. Comenzó una nueva gesta con una falta exquisita, la cual solventó con la pasmosa tranquilidad del que baja el domingo a comprar el pan. Diego López se estiró todo lo que pudo, pero ese balón fue poesía.
Alborotó desde el centro del campo hasta el área rival, cedió a Dembélé el segundo tanto azulgrana tras caerse un par de veces reteniendo el balón. Un muro de carga de baja estatura. Chutó contra el poste y aún tuvo tiempo de clavar otra falta en las mallas del Espanyol. Casi desde su Rosario natal lanzó Messi, logrando dos goles de falta en un mismo partido en Liga por primera vez. Su sonrisa pícara, la de los genios, parecía decir que para qué quiere un balón si él ya es de oro.
8 de diciembre de 2018