¿Y si pasa? No creo que pase. Pues pasó. La claúsula del miedo que el Villarreal no le puso a Leo Suárez le costó tres puntos y un disgusto. El joven delantero, con un tiro cruzado en la segunda mitad, decidió un choque que confirma el despegue del Valladolid en la tabla.
En apenas una semana el equipo de Sergio ha mudado su piel. Parecía incapaz de hacer un gol. Pero en las últimas tres jornadas ha mostrado bastante aplomo para reaccionar. No se rindió en Balaídos; porfió y ambicionó ante el Levante; y pegó en el momento justo en Villarreal.
Se le quedó cara de tonto al equipo de Callleja. Porque Masip paró más que Asenjo y porque desperdició un penalti a siete minutos para el final. Gerard Moreno no hizo su mejor disparo y dejó sin efecto una pena máxima que fue tal tras dos minutos de duda en la sala del VAR.
Está aprendiendo a sufrir el equipo de Sergio; está condenado a la inestabilidad el de Calleja. El Villarreal no carbura. Nunca lo suele hacer en los inicios de competición, pero este año se le ven las costuras más desaflojadas. Perdió, además, el rebufo del buen triunfo en San Mamés.
Los pucelanos, quién lo diría, se ven ahora asomados a las plazas europeas, aunque con unos engañosos nueve puntos. Tres jornadas seguidas sin perder tienen la culpa.
Leo Suárez fue el héroe blanquivioleta. Pero el Estadio de La Cerámica no le quiso despedir como villano. Se le quiere por Castellón, más aún después de que decidiera no celebrar el vital tanto. No suele pasar. Pero a veces pasa.