Él marcó el primer gol de la temporada, él anotó el que dio el título de manera matemática. Robert Lewandowski, el gran nombre del campeonato 19-20, resolvió en Bremen, con su gol número 31, la victoria que necesitaban los de Flick para afianzar la vieja normalidad en esta nueva sin público. Un epílogo poético para un año épico.
Además, la foto final es igualmente preciosa. Bajo la lluvia, tras un precioso control de pecho, el polaco cruzó su remate para hacer bueno el pase de Boateng. Quedaban dos minutos para el descanso, 47 para la gloria.
Antes de eso, el equipo de Flick no fue tan aplastante, pero sí dominador y seguro. Jugó con paciencia e inteligencia hasta que la fruta cayó madura.
Tras el descanso, las intenciones de sentenciar rápido para evitar sustos quedaron claras. Sin embargo, el gol de la tranquilidad fue anulado a Lewandowski por fuera de juego de su gran socio en esta Liga, Thomas Müller.
No llegó esa calma por falta de puntería en Gnabry o Coman, sí la segunda amarilla a Davies en el 79', lo cual invitó al Werder Bremen a buscar la épica final. Y la rozó. Pero ahí emergió el gigante Neuer con una mano milagrosa y plástica que en los suspiros finales evitó posponer el alirón.
Ese espejismo final, ante un histórico que se está jugando la vida en la Bundesliga, dejó emoción para el final, pero el triple pitido final liberó la alegría en la grada, entre los pocos dirigentes que había, y unos jugadores con celebración moderada. La ensaladera será entregada en la última jornada; en Bremen al menos hubo camiseta conmemorativa para todos.