En 2013, Javier Tebas propuso la inclusión del límite salarial en LaLiga con la idea de poder evitar grandes diferencias entre gastos e ingresos de los clubes, buscando una igualdad que evitara deudas incontrolables. Cinco años después, ese límite salarial es el gran quebradero de cabeza de los equipos.
Sobre todo en Segunda División, donde muchas de las plantillas han sido reforzadas a cuentagotas por la imposibilidad de sumar al plantel los jugadores pretendidos. El último caso del Reus, protagonista por el 'caso Cuenca', ha puesto de nuevo el foco en los márgenes que deja el límite salarial.
Esta fórmula no es más que el coste de una plantilla, el cual marca la propia Liga. Dependiendo de los ingresos, el ente futbolístico le resta los gastos -que no sean deportivos- dando como resultado el máximo a gastar por los clubes. Las discrepancias son enormes y el propio Reus tuvo que salvar sobre la campana parte de su proyecto inscribiendo jugadores a última hora.
También complicado ha sido el verano en Córdoba, donde el ex director deportivo Luis Oliver fue muy duro con Tebas antes de ser apartado de su cargo. "Es un arma de extorsión que tiene Tebas con los clubes modestos", aseguró Oliver. El último mercado invernal dejó al Córdoba sin margen de maniobra meses después. Y eso hizo mucha mella.
Tanto que Francisco abandonó la nave califal en vista de la escasez de refuerzos, que han terminado llegando mediante fichas Sub 23 o jugadores con mínimo AFE, como el caso de Piovaccari. En en lado inverso, las salidas de jugadores como Edu Ramos o Kieszek, que por mucho que forzaron la situación tuvieron que abandonar El Arcángel.
Oviedo, Extremadura, Elche o Málaga, que por el camino perdió la opción de firmar a Álvaro Jiménez y dio salida a un peso pesado como Recio, son más piezas que añadir a este complicado puzle que solo se cobra de momento víctimas en Segunda. En Primera los equipos parece que controlan el entuerto, toda vez que los ingresos televisivos son mucho mayores. De todos modos, nadie puede apartar la mirada de un límite salarial que se convirtió hace tiempo en el gran hándicap de los clubes.