Los buenos amigos siempre acaban haciendo las paces

Fue una lucha sin cuartel, tensa por tanto que había en juego, hasta que se confirmó que el empate le valía a ambas. Ese plácido final de partido no emborronó un encuentro que tuvo tintes dramáticos en algunos instantes, y en el que Mateu Lahoz se encargó de dejar su sello personal.

La tensión se palpaba en el Puskás Arena de Budapest. Aunque Francia estaba ya clasificada, no era lo mismo que pasase como primera, segunda o incluso tercera. Portugal podía acabar en cualquier posición, hasta eliminada.

Por eso, lusos y galos se respetaron mucho desde el primer minuto. Ninguna de las dos selecciones quería cometer el primer error, conceder el primer gol. En consecuencia, los primeros minutos pasaron lentos, sin que ocurriera nada demasiado reseñable.

Sí, hubo acercamientos, pero el partido se fue espesando poco a poco. Portugal sabía de sobra de lo que era capaz su rival si el encuentro se rompía o si le dejaba espacios, y procuró no ceder ni un metro a esas flechas que Francia tiene en punta.

Pero este partido también se jugaba en Múnich. Las noticias del gol de Hungría, el del 0-1, añadieron un punto de tensión al duelo. Porque si ganaban los húngaros, y Portugal perdía, sería la vigente campeona de Europa la que quedase eliminada.

Esa combinación de resultados tuvo lugar, pero no ocurrió tan pronto. De hecho, fueron los lusos los que se adelantaron primero en el marcador, merced al primero de los tres penaltis que Mateu Lahoz señaló en este encuentro.

En un balón colgado al área a la media hora de juego, Hugo Lloris dudó, salió tarde y lo que despejó de puños fue la mandíbula de Danilo Pereira. Penalti y amarilla. Penalti que Cristiano convirtió, como es habitual en él.

A Francia poco le importó ese gol. Solo una victoria de Alemania (o una goleada húngara, o sufrir una ella) podía privarle de la segunda plaza que casi tenía garantizada. Pero 'les Bleus' no se dejaron llevar.

Sin embargo, era Portugal la que llevaba la voz cantante y la que sin duda estaba creando peligro e incomodando a la zaga rival. Francia estaba desactivada, y no se atisbaba la manera de romper ese candado.

Pero cedió. ¿Y cómo lo hizo? De penalti. Mateu señaló como penalti un levísimo roce por la espalda de Semedo a Mbappé, que Hernández Hernández desde el VAR dio por bueno. Benzema asumió al responsabilidad y, como su ex compañero en el Madrid, marcó.

La sorpresa saltó tras el descanso, porque en el primer acercamiento de Francia, Benzema, tras un pase soberbio de Pogba entre líneas, hizo el segundo. El gol, anulado en primera instancia por el asistente de Mateu, lo validó Hernández Hernández desde el VAR.

Y entonces sí. Entonces Portugal miró al abismo. Estuvo eliminada durante doce minutos, hasta que Cristiano volvió a marcar, de nuevo de penalti, este por una clara mano de Jules Koundé, hoy lateral para Deschamps.

Se mantuvo Portugal en el filo de la navaja hasta que Goretzka, a seis del final, volvió a empatar el partido para Alemania. Y entonces sí. Entoces se enterró el hacha de guerra en Budapest.

Solo Kinglsey Coman parecía no haberse enterado del armisticio, pero Mateu no apreció un cuarto penalti en su caída en el área, lo que evitó un posible mal trago a uno de sus compañeros.

La noticia del final del Alemania-Hungría llenó de alivio a los lusos. Ya daba igual si Francia ganaba, estaban en octavos como una de las mejores terceras. Los cinco de añadido que se sumaron al tiempo reglamentario fueron del todo prescindibles. El encuentro había acabado de forma extraoficial con el pitido final en Múnich.

Portugal y Francia empataron a dos y se metieron ambas en octavos. Una como tercera, la otra, como primera de grupo. Una se enfrentará a Bélgica, la otra, a Suiza. Y Alemania pondrá a prueba a Inglaterra. Hungría, que quiso sembrar el caos en el grupo de la muerte, se va a casa con la satisfacción del deber cumplido.