Hubo unos tiempos, antes de la llegada de los petrodólares a Francia, en los que ganaban el campeonato doméstico equipos terrenales, con buenos jugadores sin llegar a la categoría superestrellas, como Adil Rami, Túlio de Melo o Rémy Cabella.
Hablamos de los felices años 2011 y 2012. En estos dos cursos, Lille y Montpellier se erigieron ganadores de la Ligue 1 por encima de los Olympique de Marsella, Olympique de Lyon o un PSG que no era el transatlántico que es hoy en día.
Dos equipos comandados además por entrenadores de un perfil discreto como Rudi García (Lille) y René Girard (Montpellier).
En el caso de 'Les Dogues', el equipo se hizo con el título con 76 puntos, nada más y nada menos que ocho por encima del segundo, el OM.
La temporada siguiente, el conjunto 'paillade' tuvo alguna dificultad más para llevarse el gato al agua, pero finalmente sus 82 unidades fueron suficientes para aventajar por tres a un PSG que comenzaba a despegar.
Tras estos dos cursos llegó la hegemonía casi absoluta del PSG, con excepción del curso 2016-17 en el que un Mónaco con figuras como Falcao, Fabinho, Bernardo Silva o un jovencísimo Kylian Mbappé consiguió dominar el fútbol galo.
La realidad ahora para estas dos escuadras es bien distinta. El Lille sueña con alzarse de nuevo con la Liga. De hecho, depende de sí mismo para hacerlo. Por su parte, el Montpellier es octavo con 46 puntos y pretende apurar sus opciones de alcanzar zona europea.