El Pizjuán es un estadio de arte y el arte lo silenció. Lucas Pérez cosechó, con un trallazo sensacional, un punto para el Cádiz en su visita al Sevilla de la jornada 34 de Primera División. Los amarillos se presentaban con muchas más urgencias por su posición clasificatoria y lograron que los hispalenses se encontraran incómodos en su propio feudo.
Para conseguirlo, el grupo de Sergio González llevó a cabo un trabajo paciente y dependiente del correr del cronómetro. Con piernas frescas en los dos bandos, la diferencia de calidad entre uno y otro plantel era tal que, por mucho que los gaditanos apretaran, no conseguían poner en muchos apuros a los locales.
Más adelante, con el cansancio de su lado, el conjunto del Nuevo Mirandilla sí que hizo verdadero y profundo daño a los de la capital con su presión alta. Su entrenador tuvo fe en ella desde el principio y, conforme comenzó a dar sus frutos, los de Lopetegui sufrieron de lo lindo para sacar el cuero desde atrás.
De hecho, de los errores al tratar de conectar la línea de atrás con la medular nació la falta que utilizó Lucas Pérez para firmar el 1-1, el resultado definitivo a la postre. El pecado lo cometió Joan Jordán, que no solo se la jugó demasiado con un pase que acabó en manos -o en pies- del Cádiz, sino que pisó al rival que le había quitado la pelota y facilitó el golpeo directo de Lucas.
Pero esto es adelantar acontecimientos. Todo, en estos compases, estaba condicionado por el primer gol del partido, que había llegado en el minuto 7. En un saque de esquina botado por Ivan Rakitic, En-Nesyri le ganó el espacio en el área a Luis Hernández, ex compañero suyo del Málaga, y remató de cabeza, poderosamente, hacia las mallas de Ledesma.
De ahí en adelante, comenzó lo relatado previamente, que el Sevilla iba dando pasos hacia atrás ante un Cádiz que mordía. La mejora de los de Sergio, de hecho, llevó a la segunda mitad a apenas vislumbrar ocasiones de peligro por parte de los hispalenses, que volvieron a acercarse a los dominios de Ledesma una vez el gol de Lucas Pérez ya era una realidad.
El tanto del '25', dicho sea de paso, merece un aparte. En el minuto 66, en un golpeo franco directo que parecía que iba a disparar Fali, utilizó el interior de la bota izquierda para hacer que la pelota se elevara y bajara con violencia y velocidad hacia la escuadra de Bono. El cancerbero, a pesar de su estirada, no pudo hacer nada: la bola dio en el larguero y botó, en el césped, ya por detrás de la línea de meta.
Poco se le puede achacar a Bono en esta acción, pues brilló con varias intervenciones de mérito. Quizá la más importante, una mano providencial a una volea a bocajarro de Lucas Pérez. Ledesma, en la otra punta del campo, también decoró su visita al Pizjuán con algunas atajadas. Él se encargó de evitar que, de lejos, Lamela o el Papu Gómez le sorprendieran. También de aguantar en las postrimerías del duelo.
Quizá por el arreón sevillista en estos compases finales, el sabor de boca sea más amargo en las filas de Lopetegui, aunque esto no quiere decir que sea especialmente dulce en las de Sergio. Los suyos consiguieron sacar petróleo de un campo muy complicado, sí, pero el colchón sobre el descenso es de tan solo dos puntos.
Los hispalenses, que necesitaban vencer para hacerse con la segunda plaza de nuevo y obligar al Barcelona a no fallar, cumplieron también a medias con su objetivo, Con tan solo una unidad de ventaja sobre los de Xavi, la capital andaluza se acuesta sabiendo que pudo ganar y pensando en qué harán los 'culés' frente al Mallorca.