El 0-4 ante Ucrania, con gol de cabeza incluido, fue una especie de redención para Harry Maguire. El central inglés se sintió liberado después de alcanzar las semifinales de la Eurocopa con su país, apenas diez meses después de haber tocado fondo en Mykonos.
Maguire pasó una noche en el calabozo en Grecia tras verse involucrado en una pelea después de haberse gastado en unas horas 70.000 euros en la popular isla. Aún no está claro del todo qué es lo que ocurrió. Hay sospechas de que pudieron intentar drogar a su hermana, también insultos por parte de unos 'hooligans'... En definitiva, el punto más bajo para un futbolista que temió pasarse varios meses en prisión y que su carrera internacional se hubiera acabado para siempre.
Con unas condiciones brutales para el fútbol, aunque una cabeza no tan privilegiada, Maguire también tocó fondo con la Selección Inglesa solo dos meses después del incidente de Grecia. Ante Dinamarca, rival en semifinales en esta Eurocopa, fue expulsado en apenas 31 minutos. Dos entradas desmedidas, totalmente evitables, confirmaron que no estaba con la cabeza donde tenía que estar.
El fútbol no perdona ni admite justificaciones y todos -menos él- habían olvidado ya el 'affaire' en Mykonos. El comienzo de temporada, como resulta hasta lógico, fue su peor momento de la campaña. Desde finales de enero hasta el choque de vuelta de las semifinales de la Europa League, en mayo, el Manchester United solo perdió un partido con él en el campo, un 3-1 ante el Leicester que provocó la eliminación de los 'red devils' en la FA Cup.
Una derrota en 22 encuentros y un rendimiento intachable, que ponía de manifiesto que lo ocurrido meses atrás ya estaba olvidado. A la Eurocopa llegó lesionado, y por eso se perdió los dos primeros partidos, pero desde su vuelta ha estado también a un nivel espectacular. 0 goles encajados ante la República Checa, contra la temible Alemania y ante Ucrania, con el premio añadido del gol de cabeza.
Ya olvidado su paso por los tribunales y los constantes juicios, el central liderará a Inglaterra ante Dinamarca, un país contra el que precisamente podrá cobrarse las cuentas de la expulsión del 14 de octubre. No estará Eriksen, verdugo aquella noche con su gol de penalti, pero sí un futbolista decisivo en aquel tropiezo de Inglaterra y que quiere asentarse en la élite europea de una vez por todas borrando la irregularidad que le achacan aquellos que han olvidado lo de Grecia.