Malcom deja a España sin oro en la prórroga

La Selección Española cayó de pie en los Juegos Olímpicos. Derrota de las que duelen, como la que infligió en semifinales a la anfitriona, Japón. Esta vez, Malcom se vistió de Asensio para la 'Canarinha', que se queda con un merecido oro en Tokio.
El encuentro se decidió por detalles importantes: de la milagrosa salvada de Diego Carlos en línea de gol a los errores en defensa de 'la Roja' y la maravilla de gol de Mikel Oyarzabal para elevar al cielo las esperanzas del combinado español.
Cara a cara, dos selecciones muy distintas. España, como era de esperar, acogió la posesión del balón, aunque se vio sobrepasada en la primera parte por la intensidad que imprimió Brasil al choque desde el minuto 1. Cuando se asentó en el césped, el equipo de André Jardine fue verdaderamente superior.
Y el cansancio fue otro punto a destacar durante los 120 minutos. Luis de la Fuente apostó por un esquema similar al de todos los Juegos Olímpicos, con la única novedad de Asensio, héroe en las semifinales, por Rafa Mir y Oyarzabal como '9' en el ataque.
La primera parte sirvió como una buena toma de contacto para ambas selecciones, y Brasil se encontró más cómoda. La 'Canarinha' no tuvo problemas ni agobios por la posesión ineficaz de la Selección Española, que aun así tuvo la primera gran ocasión que Diego Carlos repelió en el minuto 16.
Brasil siempre tuvo las ideas más claras. Presionó arriba y complicó a Eric García y a Pau Torres. Matheus Cunha y Richarlison fueron un dolor de muelas en todo momento, algo previsible pero no por ello más fácil de parar. Son dos jugadores eléctricos que siempre agitan los duelos.
Que algunos jugadores clave en esta Selección disputaran la Eurocopa ha pasado factura finalmente. Dani Olmo y Pedri, principalmente, han llegado desfondados, mientras que a Pau Torres se le notó poco fresco de ideas, además de lento, como en la acción del 1-0 para Brasil.
Antes, sobre el minuto 39', Richarlison perdonó a España en un penalti innecesario cometido por Unai Simón tras una mala salida. El delantero del Everton, revolucionado en todo momento, ajustó demasiado y disparó por encima del larguero. Pero, seis minutos después, llegó el mazazo de Cunha al filo del descanso, momento en el que aprovechó la indecisión en el eje de la defensa española.
La reacción de España fue muy meritoria tras el intermedio. Luis de la Fuente dio entrada a Bryan Gil y Carlos Soler, que se encargaron de cambiar el ritmo y la rutina que llevaba el partido. Aunque la suerte también sonrió en un momento clave en el que Richarlison, tras la intervención de Unai Simón en un mano a mano, se encontró con el larguero. Ahí estuvo el 2-0...
Se rehizo 'la Roja', que empató en el 61' gracias a una jugada magnífica entre Bryan Gil, Carlos Soler, que puso el gran centro, y Oyarzabal, el autor de esa enorme volea para hacer el empate en el Yokohama Stadium. Con el 1-1, todo cambió, empezando por las sensaciones de una Brasil que se achicó pensando ya en el tiempo de la prórroga.
Brasil no hizo cambios hasta el tiempo extra y el partido, antes del 90', se calentó por la excesiva intensidad en algunos choques de los Matheus Cunha, Guimaraes o Douglas Ruiz. No obstante, España sacó el talento de su chistera para rozar la victoria antes del 90', con dos balones que se toparon con el larguero del guardameta Santos: primero, un centro envenenado de Óscar Gil y, luego, un zapatazo sensacional de Bryan Gil.
Ya en la prórroga, la 'Canarinha' fue mejor. Jardine le ganó la partida a Luis de la Fuente con el cambio de Malcom, que volteó la final. Por su parte, el seleccionador español dio entrada a Jesús Vallejo, que no jugó sus mejores minutos con la Selección... ni mucho menos. Tras un tira y afloja en los primeros minutos de Brasil, el ex barcelonista Malcom le comió la tostada en una contra y marcó el 2-1 definitivo.
Merecida medalla de oro para la Selección Brasileña, que fue mejor en el tiempo extra. España remó en los instantes finales, pero se quedó en la orilla ante el buen hacer defensivo de su rival. Una plata que sabe amarga, pero que, al mismo tiempo, premia el trabajo de un grupo ilusionante para el futuro. Hay mimbres para ganar más títulos y esta plata es solo el comienzo.