Comenzaron los locales con mucho ímpetu, queriendo intimidar a un conjunto bermellón que llegaba con la renta del 2-1 cosechado en Son Moix como un tesoro canjeable por el título de la División de Bronce.
Merced al paso de los minutos, el Mallorca fue meciendo la voracidad inicial de los madrileños, sacudiéndose el dominio para enseñar sus dientes al contragolpe y no amilanarse por el ambiente.
Apenas había transcurrido media hora de encuentro, cuando Xisco Campos encendió el Cerro del Espino al cabecear al fondo de las mallas un centro medido de Salva Sevilla que hundió a la afición local.
El gol no hizo si no espolear a un Mallorca que alimentaba los nervios de un Rayo Majadahonda impotente, que fue entregando sus armas al ritmo del cronómetro hasta besar la lona y rendir pleitesía al campeón.
Más allá de la trascendencia de la victoria, el conjunto balear puso la guinda a una temporada inmaculada en la que cerró su ascenso a Segunda División dos semanas antes.