109 años, ocho meses y un día lleva Old Trafford en pie. En el mismo sitio. Desde aquella inauguración, el 'Teatro de los Sueños' ha visto demasiadas historias como para sorprenderse por nada.
Las casas de apuesta, la gran mayoría de aficionados e incluso los más entendidos del balón daban como claro favorito al Liverpool. Y realmente lo era. Ocho victorias en ocho partidos (había enlazado 18 triunfos seguidos en la Premier entre el pasado curso y este) y la pobre imagen del United hasta ahora tildaban de loco al que pensara lo contrario.
Sin embargo, el cuadro 'red devil' se quedó a pocos minutos de lograr el triunfo y dio una lección. Dicen que más sabe el diablo por viejo que por diablo. Y el refranero popular le viene como anillo al dedo a los de Ole Gunnar Solskjaer.
Los 'red devils' siempre fueron conscientes de que, en méritos futbolísticos, especialmente ofensivos y creativos, tenía poco que decir ante su rival. Por mucho que Mohamed Salah no estuviese (tampoco estaba Paul Pogba por el United), Solskjaer prefirió tirar de maña y experiencia en este tipo de encuentros.
Los de Klopp tenían la presión de seguir con el pleno, de que el técnico igualara a Guardiola en el récord de victorias seguidas en la Premier y, sobre todo, de hundir un poco más a su clásico rival. Todos estos mandados fueron poco a poco retrasados por el planteamiento de los locales y la ansiedad y el desconcierto comenzaron a beneficiar al United.
Las dos primeras llegadas del partido fueron para los visitantes, aunque con poco peligro. El balón era 'red', pero la sensación que dejaba el cuadro de Solskjaer empezaba a convencer a los presentes. Pero claro, todo plan de ese calibre necesita una pizca de suerte. Y esa llegó con el 1-0.
Origi, sustituto de Salah, perdió un balón en campo contrario ante Lindelof. Las imágenes parecen dejar claro que el sueco impacta con su puntera en la pierna del belga, pero la jugada siguió. La bola llegó a James, una de las pocas noticias positivas de esta temporada, y sirvió un gran pase para que Rashford pusiese el 1-0. El VAR analizó la acción, pero, pese a las protestas, obvió la acción previa del tanto.
Guardar la ropa, nadar y volverla a guardar. Así le estaba saliendo el planteamiento a un United que recibió el 'mazazo' del empate demasiado pronto. Eso sí, de nuevo el VAR le sonrió, esta vez con todas las de la ley, y el tanto de Mané quedó anulado por mano. Entre algún disparo de Firmino y aislados intentos desde lejos de los locales se llegó al descanso.
La ansiedad del reloj
Si el plan de Solskjaer fue bien en la primera parte, mejor aún lució en la segunda. El United prefirió no entrar en la lucha por la bola ni medir sus armas ofensivas con el Liverpool. Siguió siendo más listo, pese a la presión social que supone un encuentro de estas características. Y no se puede decir que le saliera demasiado mal.
De hecho, las mejores ocasiones en el segundo tiempo fueron para los 'red devils'. Rashford y Fred pusieron el "¡uy!" en la grada entre minutos de intentonas a la desesperada de los 'reds' y el orden defensivo y peligro al contragolpe de los de Old Trafford.
El Liverpool no halló su estilo en todo el partido. El tridente no se encontró y con el paso de los minutos la orden fue mostrándose más clara. Balones arriba. Klopp recurrió al fútbol más rudimentario para encontrar el gol, aunque este llegó cuando abandonó esta idea y volvió a dominar con posesión, posición y paciencia.
Lallana estropeó el plan de Solskjaer
Así fueron los últimos minutos. Lallana ingresó en el terreno de juego por Henderson y acabó siendo clave. Robertson, una de las armas más valiosas para el Liverpool junto al otro lateral, Alexander-Arnold, mandó un envío perfecto al corazón del área chica. De Gea fue superado por el pase y Lallana sólo tuvo que empujarla. El 1-1 hacía justicia a la meritocracia, pero no a la poesía romántica del éxito del más débil.
Henderson, que reemplazó a Origi con 1-0 en contra, tuvo el 1-2 en sus botas con un disparo ligeramente desviado, pero ya no habría tiempo para más. El Liverpool no ganó por primera vez en la Premier League desde el 0-0 que firmó ante el Everton el 3 de marzo de 2019.Y no lo hizo gracias al sistema y la ejecución por parte de los suyos de un Solskjaer que recordó que, digan lo que digan los números, un 'clásico' no entiende de rachas.