Bayern de Múnich, Juventus, PSG... El equipo parisino agrandó una herida azulgrana en la Champions que se abrió en Lisboa y que, lejos de cicatrizar, se ha ido haciendo más grande. Los mismos rivales que un día soñaron con parecerse a los 'culés' son los que ahora van cobrándose poco a poco la venganza ante un equipo que ya no es ni la sombra de lo que fue.
Bastaron unos minutos para comprobar que las buenas sensaciones de los últimos choques del Barça solo eran un espejismo. Llegó una gran cita y el equipo azulgrana salió demasiado a verlas venir ante un Pochettino que ya había avisado de que iba a ir a por el partido. Unos lo quisieron y otros no pudieron.
Koeman puso todo lo que tenía en el campo -hasta un Piqué al 50% y un Dest completamente superado-, pero su equipo estuvo tenebroso. Ni rastro de aquel conjunto que, aunque después llegó a aburrir, mandaba en el partido del minuto uno al 90. Ya no van a encerrarse los rivales al Camp Nou y el Barcelona pareció aceptar el nuevo guion ante un PSG que se fue haciendo grande conforme a los azulgranas se les acababa la gasolina.
Mbappé fue Messi
Aunque cada vez que Mbappé entraba en contacto con el balón daba sensación de que la eliminatoria estaba decidida, el plan parecía hasta que les podía valer a los azulgranas. Griezmann tuvo la primera clara después de un pase entre líneas de Pedri, que, ausente Messi, fue el mejor de los suyos en la primera parte. El chut del ex del Atleti estuvo en consonancia con lo que viene siendo su fútbol desde que llegó al Camp Nou.
Era un espejismo, pues el centro del campo del Barcelona era inexistente y el PSG se plantaba con suma facilidad en las inmediaciones de un Ter Stegen que fue encendiéndose, en su juego y con sus compañeros, durante el discurrir del choque. Pedri, clave en una área y otra, sacó bajo palos un remate sin confianza de Icardi antes del penalti que puso 1-0 arriba al Barça cuando más cerca parecía el tanto galo.
Leo, que tuvo que bajar casi hasta la defensa para entrar en juego ante la inoperancia de los centrocampistas 'culés', puso un balón largo para De Jong, a quien Kurzawa trabó de forma tan involuntaria como evidente. Messi sabe de sobra cómo marcarle a Keylor y no perdonó para abrir el marcador.
Al Barça se le pudieron poner el partido y la eliminatoria de cara muy pronto. De nuevo con Kurzawa como protagonista involuntario. Resbaló el lateral, todavía aturdido por el penalti, y Leo dejó solo a Dembélé como ante el Liverpool hace dos años. El galo, que parecía que estaba mucho mejor esta temporada, repitió error.
La cosa no iba de nombres, pues la defensa del PSG, con un jugador que no iba a renovar (Kurzawa), otro que estaba en el Valencia hace unos meses (Florenzi) y dos futbolistas irregulares como Marquinhos y Kimpembe, tampoco era gran cosa. Pero la intensisdad o el trabajo de ambos equipos sí eran muy diferentes.
Tras una salvada monumental de Piqué en un intento de taconazo de Kylian, Kurzawa se redimió de penalti con un centro que prolongó Verratti y en el que Mbappé volvió a dejar claro que Lenglet está lejos de lo que se requiere para triunfar en el Barça. Con dos toques le bastó al atacante para provocar un terremoto y el 1-1.
El PSG estaba entregado y tenía muy claro el plan: recuperar balones lo antes posible y dárselos a Kylian. Y más tras el gol. Mientras el árbitro le perdonaba una segunda amarilla evidente a Gana, Ter Stegen tenía que aparecer para sofocar los múltiples despistes de Dest. De nuevo volvió loco Mbappé al ex del Ajax y esta vez cedió para Kurzawa, que estuvo cerca de coronarse.
El meta alemán mantuvo con vida a los suyos y Griezmann también tuvo oportunidad de haber cambiado su suerte antes del descanso. Carrerón desde su campo y latigazo cruzado 'a lo Atleti' que salió rozando el palo con Keylor ya batido. Icardi, el peor de los tres atacantes del PSG, echó el candado a la primera mitad con un cabezazo fuera que pareció gol por el efecto óptico.
El Barça se hunde; Kylian se consagra
Pochettino agarró el toro por los cuernos al descanso y Ander sustituyó a Gana para evitar su expulsión. Y si los franceses ya estaban mejor, la entrada de un hombre aún más ofensivo terminó de decantar la balanza. Se echó en falta algo más de cintura de Koeman, pues su equipo se cansó de perseguir el balón ante los gritos e indignación de Piqué y Jordi Alba.
Las paradas de Ter Stegen eran cada vez de mayor mérito y la eliminatoria solo parecía tener vida en los minutos en los que Mbappé se tomaba un respiro. Tanteo... y de nuevo balones al galo para que deprimiera a Dest, tanto a la contra como también en juego estático.
El 1-2 terminó de retratar al lateral, que rompió el fuera de juego de un Florenzi que entraba por la banda contraria y puso un centro defectuoso que no acertaron a sofocar Ter Stegen y Piqué y que Kylian remató a portería vacía. Sintomático que el lateral italiano estuviera en el área rival con tanta alegría sin que nadie le exigiera en la suya propia.
El Barça se desmoronó como en Lisboa. El 1-3 llegó muy pronto, en otra de las suertes que han condenado a este Barça. Colgó Paredes, otro que hizo un partidazo, una falta bastante lejana y apareció Moise Kean solo, entre Lenglet y De Jong, para superar a Ter Stegen.
A los azulgranas no les cayó una mayor goleada porque los galos no fueron el Bayern, pero sí que llegó un tanto más para terminar de encumbrar a Mbappé y retratar a un desnortado Barça. Condujo completamente solo a la contra Draxler y recibió también sin marca el atacante, que no dio rodeos: derechazo con efecto a la misma escuadra.
No hubo ni vergüenza torera en el Barça más allá de Trincao o Dembélé. Ni rastro de un Leo Messi que prolongó su pesadilla de Champions y quién sabe si empezó a decidir en qué equipo jugará la próxima campaña. Jugando así, e incluso sin Neymar, el PSG tiene muchas papeletas no solo para ser campeón de Champions, sino también para acoger al argentino. Y quizás sea justo lo que el Barça necesita.