El equipo que saltó al Parque de los Príncipes ya era campeón matemático gracias al empate del Lille. Así que tocó celebrar el alirón, segundo consecutivo, de manera más relajada. Kylian Mbappé interpretó esa calma como una autopista hacia la ambición. Y él se sentó en el trono.
Regresó Neymar, tres meses después, para volver a sentirse futbolista. También Cavani en el tramo final (incluso con un tanto anulado por fuera de juego). Pero el joven atacante compiló toda la atención. Se exhibió una vez más. Y lo hizo en un día muy señalado.
Abrió la lata sublimando su catálogo de cualidades: potencia, sprint, definición. Se pegó una carrera de casi 40 metros después de haber iniciado el contragolpe para luego llegar al área sobrado y definir ante Subasic. El Mbappé más tirano.
Solo había transcurrido un cuarto de hora. Y no quiso irse al descanso sin un doblete. Dani Alves, su socio perfecto este domingo, se la puso para que marcara a placer el segundo a siete para el descanso.
La reanudación vino con Neymar en el puesto de Kurzawa. Sin embargo, apenas se pudo ver en acción al brasileño, que mostró un tono más frío propio de tanto tiempo de convalecencia.
Después de que anularan un tanto a Diaby un tiro del propio Mbappé al poste izquierdo, de nuevo funcionó la conexión francobrasileña. Corrió la contra Dani Alves, quien vio por el retrovisor a su hambriento compañero. Con la izquierda, Mbappé firmó su triplete.
Aún quedaban 35 minutos. Había máxima expectación por ver si Neymar se sumaba a la fiesta. Pero le costaba encontrar ocasiones. En el minuto 73, volvió a alinearse el tridente de Tuchel con el ingreso en cancha de Cavani, quien estuvo más animoso que el brasileño y al que le sobraron unos centímetros para haber regresado con gol.
Quien no perdonó fue Golovin, que aprovechó un rechace a diez minutos para el final para hacer el tanto del honor del Mónaco. Poco después, el triple pitido final dio paso a los fatos por el octavo título en la historia del PSG.