No fue un triunfo brillante del Manchester United, pero sí fue solvente. Aprovechó la que tuvo, controló el partido, aguantó las acometidas del rival y tuvo la pizca de suerte para que todas las decisiones polémicas cayeran de su lado. El Aston Villa dio la cara en Old Trafford, pero pagó haber encajado tan pronto ese gol.
Fue un encuentro vibrante, 100% fútbol inglés, sin contemplaciones, sin prisioneros. Todos al ataque y solo unos pocos defienden. El partido fue de ida y vuelta desde el primer minuto, y fueron los 'red devils' los que se encontraron con el premio del gol.
El tanto, de Scott McTominay, tuvo lugar en el minuto 8, con un centro templado de Fred en una jugada que parecía condenada al fracaso. Pero logró poner el balón justo donde el escocés iba a estar, y este lo picó para que Emi Martínez no pudiera evitar el gol.
El Aston Villa no acusó en exceso el golpe, y los de Gerrard redoblaron esfuerzos en ataque, cruzando a la vez los dedos para que el United no les pillase a la contra. David de Gea tuvo que emplearse a fondo para evitar el gol visitante.
El guardameta español firmó una serie de paradas de gran mérito, pero cuando no era él, era el larguero quien evitaba la igualada de los 'villanos'.
En el área contraria tampoco estaba siendo un espectador su portero. Emi Martínez tuvo también que intervenir más de lo que le hubiera gustado, algo comprensible en un partido tan loco como estaba siendo este. Y si a De Gea le ayudaban los postes, al 'Dibu' le salvó en varias ocasiones Cash.
El segundo tiempo siguió los mismos derroteros, pero con el transcurrir de los minutos el Aston Villa se quedó solo en el campo. El United dio un paso atrás y se preparó para sufrir un verdadero asedio.
Parecía cuestión de tiempo que el Aston Villa lograra el empate, pero no fue así. Y no lo fue por centímetros. Dos veces. La primera, en el 51'. La segunda, en el 60'.
Marcó dos goles el Aston Villa, pero ninguno subió al marcador. El primero exigió al VAR al límite: una falta colgada al área por McGinn la devolvió Konsa en el segundo palo, Watkins intentó rematar, chocó con De Gea e Ings, con la cabeza y el muslo, empujó el balón al fondo de las redes.
El problema no fue el choque con el portero, ni el bloqueo que le hizo Ramsey a Cavani. El problema fue que Watkins rozó casi imperceptiblemente el balón, lo que colocaba a Ings en posición antirreglamentaria al estar más adelantado que él.
Tenía Michael Oliver varios motivos para anular el gol, y eligió, tras ver la jugada en el monitor, el del fuera de juego. Mismo motivo por el que tampoco subió al marcador el tanto de Watkins en el 60', pues de nuevo Ings arrancó la acción adelantado al último defensa.
El juego continuó aunque el linier había visto que era fuera de juego, y la acción terminó con Ings chutando, De Gea tapando el tiro y Watkins rematándolo con la plancha ante la presión de un Lindelöf que se llevó un durísimo golpe contra el poste para nada.
La entrada de Van de Beek en el United dio un punto de control a los de Rangnick que no habían tenido hasta ese momento, y sirvió para hacer más llevadera la recta final de un partido que acabó con otra jugada polémica más.
Prácticamente en la penúltima del partido, en un córner a favor, Konsa acabó en el suelo, sangrando por la nariz. Reclamaba un penalti por el golpe que le había propinado Shaw, quien, efectivamente, se había puesto a buscar desesperado el balón mientras este volaba al segundo palo, braceando como si jugara solo.
Ni el colegiado, ni el VAR, para estupefacción de los 'villanos', vieron como punible el manotazo, y el partido terminó sin que el Aston Villa fuera capaz de marcar un gol que hubiera forzado la prórroga.
El Manchester United logró el pase y se medirá en dieciseisavos, también en Old Trafford, al Middlesbrough.