Nada o poco que rascar bajo el agua de Mánchester. A veces pasa esto en la Premier League. Los partidos entre los integrantes del 'Big Six' se quedan muy lejos de lo que demanda el espectador: llegadas, goles, ocasiones y ritmo. United y Chelsea se dedicaron más a anular al otro que a estar a la altura de uno de los carteles con más nombre del torneo.
Sí hubo intensidad en Old Trafford y, sobre todo, demasiada igualdad en el inicio. El primer tiempo se dividió en tres claras fases: 20 minutos de tanteo, un arreón del Chelsea y varias llegadas abortadas por Mendy del United en la recta final.
Tras el inicio, lento y espeso, Havertz, Werner y Pulisic comenzaron a conectar, aunque la conexión perdía fuerza al llegar al área. Solo un par de zapatazos lejanos hicieron mancharse los guantes a De Gea.
Antes del descanso, el United despertó, pero Mendy acostó de nuevo a los 'red devils' con dos paradones. Un casi autogol del meta le hizo reaccionar para, posteriormente, sacar un gran pie a disparo de Rashford y firmar, justo antes del descanso, un buen vuelo al palo más alejado para salvar el tanto de Mata.
Si acabó animada la primera parte, la tarde volvió a nublarse, también en el césped, en la reanudación.
La entrada de Cavani, que debutaba con el United, fue lo más destacado antes de que se cumpliera la hora de partido. El charrúa tuvo la primera ocasión en los segundos que tardó el balón de salir del córner en el que entró hasta llegar al primer palo. Remató el uruguayo contra el lateral de la red.
Se empezó a estirar el United y a replegar el Chelsea, aunque sin alardes ni agobios, respectivamente. Rashford, a la carrera, dio algún susto a una defensa perfectamente liderada por Thiago Silva. Pogba, que entró junto a Cavani, tuvo una ocasión con la zurda que tapó su ex compañero en el PSG.
Parecía que poco más de interés se vería en Old Trafford, pero Mendy se ganó un hueco en el titular con una providencial parada en el último minuto reglamentario. Rashford quiso disparar al segundo palo con rosca. Y lo logró, pero el portero voló y, con los dedos, dejó a Solskjaer con la celebración en la boca.