Messi multiplica sus números en los últimos cinco partidos
El partido de Leo Messi en San Mamés corroboró su crecimiento, que había vuelto a méritos más acordes a su gran carrera. Pero parece que más que pico de rendimiento, sirvió de lanzadera. Porque en Granada volvió a demostrar que parece haber alcanzado su velocidad de crucero.
Con un buen tanto a la contra y otro de pillo volviendo a marcar de falta medio año después, el argentino sumó su segundo doblete consecutivo para colocarse en solitario en la cabeza de máximos goleadores de Primera División. Lo de generar goles decisivos comienza a ser una tónica.
Más concretamente, de sus últimos cinco encuentros, en los que prácticamente ha creado tantos como en los 16 previos. Seis goles y dos asistencias son los que ha conseguido frente a Granada, Athletic, Huesca, Valladolid y Valencia. Antes de ello, en un total de 16 choques, había hecho ocho y una, respectivamente. Prácticamente la misma producción.
No queda ahí la cosa. No solo ha conseguido más, sino que ha afilado sus capacidades. Messi ha pasado de promediar 0,5 goles por partido a 1,2, casi el triple, y de 0,06 asistencias a 0,4. Pero hay datos más reveladores aún.
Atrás quedan esos partidos ante Cádiz, Juventus o Levante en los que chutaba y chutaba y no encontra premio, u obtenía un mísero botín para tanto disparo. Su mirilla se ha recalibrado ahora. De unos promedios de 11,88 tiros necesarios para marcar ha bajado a 6, la mitad. Si antes de cada 5,75 tiros a puerta le entraba uno, ahora ha bajado los necesarios a 2,83.
Pero es que no solo chuta más, sino mejor. De 5,94 lanzamientos por encuentro ha subido a 7,2, pero es que ya no van entre los tres palos 2,88, sino 3,4. Además, ha dejado de necesitar penaltis para superar a los porteros.
Así que el mejor momento del curso para Leo Messi llega en la semana en la que el Barcelona se juega el primer título del curso. Y aunque sea la Supercopa de España, eso hace crecer el optimismo en el Camp Nou, muy lacerado desde el año anterior, en barbecho, y el doloroso palo contra el Bayern de Múnich que marcó, con luces de neón, un fin de ciclo. Y con una gran paradoja, porque el capitán pide ambición y títulos para seguir y puede ser él quien abandere el primero del curso.