Leo Messi no es sólo uno de los mejores o el mejor: es el más fiable, el más regular. Ofrece recital tras recital, en pocos partidos se queda sin marcar. Messi exige la perfección a los equipos que disputan LaLiga.
No da descanso Messi, acostumbrado a bordear o pasar de los 40 goles en cada campeonato. Un promedio infernal que debe añadirse a los goles de los compañeros y a un intangible que no se mide a nivel estadístico pero sí sensorial: el pánico que genera en los adversarios. Messi condiciona a los rivales y al propio Barça.
Jugar con Leo es como empezar con medio gol a favor. Por eso es tan complicado que una Liga se le pueda escaparse al Barça si el equipo mantiene un tono normal y el argentino está motivado y sano. Últimamente se le ve más feliz que nunca. La Champions es su siguiente reto.
A diferencia de Bayern, PSG o Juventus, el Barcelona tiene que lidiar con un problema extra: en su propia Liga hay dos gigantes futbolísticos, como son Madrid y Atlético. Los equipos madrileños componen sin duda un hipotético 'top 5' de mejores equipos. El Madrid multicampeón de Europa y el Atleti de Simeone no han hecho tambalear la tiranía de Messi en el campeonato doméstico. En Italia, Alemania y Francia hay una diferencia galáctica entre sus campeones y el resto.
27 de abril de 2019
No pasa en España, pero en el día a día el Barça es un mazo. Jugando brillante a ratos y con un Messi certero y demoledor, el Barça ha ganado LaLiga 18-19.
Tenía que ser Messi el que marcara el gol que decidiera su torneo favorito. No ha casualidad en el fútbol del argentino, en los éxitos del Barça: Leo convierte lo extraordinario en rutina.