Aquel niño apodado 'el Messi de Los Palacios' no habría sido lo que es hoy, o al menos lo habría tenido más complicado, de no ser por los sacrificios de su madre, Chari Peña, que trabajó durante 14 años como limpiadora del Betis.
Y es algo que va siempre en boca del centrocampista en cada entrevista que concede. Volvió a quedar claro una vez más: "Mi madre se sabía el camino de memoria a la Ciudad Deportiva. Me llevaba a los entrenamientos cada día, a los partidos y por la mañana trabajaba allí. Se pasaba el día en la carretera, no le daba tiempo casi ni a comer para sacar a sus tres hijos adelante. Gracias a Dios, ahora estamos muy bien y ha tenido recompensa. Mi madre es mi ídolo. Hay que tener mucho valor para hacer lo que ella hizo. Mi mayor icono es ella".
"Gracias a ella logré ser profesional del fútbol, estar ahora aquí", insistió Fabián. "Ella dio todo lo que tenía para que yo cumpliera mi sueño. Cuando era chico no tenía esa mentalidad para verlo, no entendía lo que ella estaba haciendo. Cada año que pasaba me daba más cuenta de los sacrificios tan duros que hacía. Siempre le estaré agradecido", valoró.
De su infancia también tiene grabado el año que creció 30 centímetros. Justo cuando más le decían que era muy bajito para hacer carrera. Cómo pasó aquello fue un milagro de la naturaleza.
"Todo el mundo me decía que debía crecer un poquito para jugar mejor. Los entrenadores se lo decían a mi madre. Y, de repente, era de los más altos del equipo. Creo que de tanto decírmelo acabe dando el estirón. Me decían que si había tomado algo, pero qué va, fue natural. Me cambió todo. Ese año lo pasé mal, no jugaba porque me faltaba coordinación. Pero luego todo salió bien", rescató de sus recuerdos.
El redondeo a su mejora llegó en el Elche, cuando el doctor Quesada le cambió la dieta y empezó a decir "una hora y media en el gimnasio para ganar músculo tras los entrenamientos".