Con el Brujas sorprendiendo al Real Madrid tras un gol bastante cómico, el paso de los minutos en la primera mitad llevó al equipo local a apretar de lo lindo. O sea, trabajo extra para el meta de los belgas. Pero ahí estaba él, a sus 31 años, para frenarlo.
Porque Mignolet, al que las suplencias en el Liverpool habían borrado de los escaparates, de pronto se hizo joven. Kroos sacó un córner que fue medido para Varane. El central, solo, conectó un gran testarazo. Pero la parada del portero de Sint-Truiden fue mucho mejor.
Lleno de reflejos, sacó su brazo derecho y metió una mano mágica que evitó el 1-1. Además, en un momento importante, puesto que el empate tan pronto habría puesto el panorama más complicado para defender la ventaja.
Mignolet empezó a responder de fábula a ese gran test que siempre supone jugar en un templo como el del Bernabéu.