Tablas en el duelo de la primera jornada de la Eurocopa, en el Grupo E, entre Gales y Suiza. Los helvéticos se supieron mayormente mejores en una contienda en la que la calidad individual marcó las diferencias. Y los goles. Mbolo encarnó una pesadilla constante para la defensa de Robert Page y Moore, que avisó varias veces, impuso su tino de cabeza para rescatar un punto.
En lo colectivo, la actuación de los británicos fue bastante pobre. Su nivel transitó de más a menos. Comenzaron el encuentro poblando el área de Sommer, ejerciendo un gobierno tranquilo centrado en surtir de balones a sus rematadores, fase en la que emergieron como protagonistas sin éxito Morrell y Moore.
Este clima favorable se convirtió en uno inoperante que dependía de las ideas de Bale, intrascendente, y Daniel James, a quien la zaga había pillado bien la matrícula y se encargaba de frenarle, si podía, por la vía de lo legal, y si no podía, con faltas. Por efecto dominó, Moore se quedó sin balones con los que amenazar a Sommer.
El cancerbero, eso sí, resolvió su primer careo con soberbia precisión en el minuto 15. Dibujó una palomita extraordinaria que le negó el gol al '13' y emplazó su revancha a una hora más tarde, justo lo que se prolongó el periodo en el que Suiza, poco a poco, impuso su ley y Gales durmió hasta encajar el 0-1.
Los de Vladimir Petkovic se apoyaron en el nivelazo de Embolo para ir agrietando la defensa contraria. El grupo pasó de la frustración de no dar salida a prácticamente ningún centro lateral porque Mepham, Roberts y Rodon los despejaban todos y porque Seferovic no atinaba con ninguno de sus zapatazos, ya fueran desde dentro o fuera del área, a bailar al son del delantero del 'Gladbach.
Le arrebató el protagonismo a Seferovic, aprovechó que el cansancio iba disminuyendo el rendimiento de los zagueros para colarse entre ellos tirando de potencia física y, cuando tocó encarar a Ward, le superó. Le superó una vez, eso sí. El guardameta, como su homólogo, evitó que más tantos decoraran el electrónico.
Hubo que esperar al minuto 49 para que el '7' le ganara el salto a Roberts en un saque de esquina y abriera la lata con un remate picado. La diana dio sensación de justicia, pero también despertó a Gales, que salió de su inoperancia para asediar de nuevo los dominios de Sommer hasta que Moore se vengó de su paradón en el 15'.
A falta de 16' para el final, conectó un gran testarazo en el área, le pilló a contrapié al fin y castigó a una Suiza que echó por tierra su buen trabajo al relajarse después de su gol. Y, por mucho que Embolo tratara de arreglarlo -y Gavranovic casi lo lograra; le anularon un gol con asistencia del '7'-, Ward cubrió las espaldas a los suyos, aseguró el 1-1 y repartió un punto que sabe a poco a los helvéticos y a rescate a los británicos.
Bale, fugaz e intermitente
La actuación de Gareth Bale, que estaba llamado a ser uno de los líderes de Gales, no fue brillante. Más bien intermitente. Apareció muy de vez en cuando y no de manera diferencial. Se sumó a la defensa para despejar algún centro, dio un gran pase de tacón cerca de su área y sirvió un cuero de mucha calidad en una falta cerca de la caja contraria. Poco más.
Esto no quiere decir que él tuviera la culpa de que los suyos no vencieran, aunque sirvió de reflejo a la pobre dinámica general. Daniel James trató de compensarlo con sus incesantes arrancadas relámpago para montar contras sin éxito y, al final, nada cambió las sensaciones que arrojaron los minutos iniciales: que ganar pasaba por mandarle balones a Moore.
Estelar Embolo, correcta Suiza
Embolo fue el 'MVP' del partido. Aunque tardara en corroborarlo, lo corroboró con creces. Esto, sumado a la correcta actuación de Suiza en lo colectivo, fue suficiente para merecer, que no cosechar, el triunfo. El equipo recurrió a él en ataque cuando detectó que Seferovic no estaba acertado y, atrás, hizo lo que debía hacer con Daniel James, aunque no pudo con Moore.
Faltó quizá algo más de consistencia al defender esos envíos que el '13' gestionaba tan bien. Ocurrió al principio y ocurrió al final, así que solo hizo falta que el delantero se armara de paciencia y canjeara su buen trabajo por un gol que supuso las tablas. Relajarse tras su gol, el delito helvético; el 1-1, la condena.