Pintaba negro para la Juve. Pirlo reservó a Cristiano pensando en la remontada ante el Oporto, y le tocó remontar a la Lazio. Morata hizo el papel del luso con su doblete, penalti incluido, y permitió que la 'Vecchia Signora' volviera a salir victoriosa.
El once de la Juventus era para verlo. Pirlo reservó a Arthur, McKennie y Cristiano, quienes estuvieron en la grada rodeados, como viene siendo habitual esta temporada, de chavales con dorsales altísimos, además de otro dorsal muy alto en manos de quien es menos chaval de toda la Juve, Buffon. Y de Bonucci, claro está.
Por las bajas que arrastra, Pirlo se vio obligado a experimentar, y probó a poner a Danilo, lateral, como central. El resultado empezó siendo desastroso, pero la experiencia no resultó tan mala como pintaba.
Porque al principio se vio a la Juventus muy perdida sobre el césped. La Lazio lo aprovechó bien pronto, y no tardó el cuadro romano en llevar el partido a su terreno. Alta presión y rápidas salidas para acabar de confundir a su rival.
Así llegó el 0-1, aunque el demérito corresponde al nefasto pase atrás sin mirar de Kulusevski, un regalo para Correa, quien solo tuvo que hacer un nudo a Demiral para acabar batiendo a Szczesny desde dentro del área.
Ahí la Juve entró en barrena. Cortocircuitó el cuadro turinés, y no parecía que hubiera salida posible al embrollo. Era, además, como si tuvieran órdenes de no dar pases atrás a Danilo: preferían arriesgar con un pase imposible hacia adelante que retrasar la pelota hacia el reconvertido central.
Era la Juve, simple y llanamente, la encarnación del caos, y ahí la Lazio se sentía como pez en el agua. Tuvo una tras otra el equipo de Simone Inzaghi, pero no lo aprovecharon sus pupilos.
Pasado el ecuador del primer tiempo las cosas empezaron a cambiar. La Juve sentía que su rival le había perdonado la vida, y todos sabemos lo que ocurre cuando la 'Vecchia Signora' siente condescendencia por parte del equipo que tiene enfrente: le castiga sin piedad.
Empezó a acaparar la posesión de la pelota, pero sin lograr hacer nada útil en exceso con ella, hasta que en el 39' vio la luz. La Lazio estaba encerrada, pero a su muro se le empezaban a ver grietas. Y Bernardeschi adivinó dónde golpear para derribarlo.
Se la dio a Morata, y el madrileño, de espaldas a la portería, se giró para asisitir a la internada al área de Rabiot. Este, con un potente zurdazo al palo corto, puso en evidencia a Reina, e igualó la contienda.
Se puede decir que se había hecho justicia, igual que hubiera sido justo que esto se fuera 0-2 o 0-3 al descanso. Pero como la Lazio no aprovechó sus opciones, la Juve reaccionó y castigó la ineficacia de su rival.
El segundo tiempo continuó por derroteros similares, aunque el primer aviso volvió a ser de la Lazio, esta vez sin acierto. De hecho, Milinkovic-Savic dio la de cal con un buen testarazo al larguero, en el 52'. Lástima para él que luego diera la de arena. O al revés, nunca está claro cual es la paletada buena y cual la mala.
Acto seguido los acontecimientos se precipitaron. En el 56' Álvaro Morata reclamó un penalti por agarrón, pero el colegiado consideró que se cayó de maduro. El español se quedó, cual Cristiano, gesticulando sentado en el césped, y el juego continuó.
La Lazio trató de armar el contragolpe pero, cuando los 'biancocelesti' pisaron el campo rival, se les apagó la luz. Literalmente. Pérdida absurda con el equipo saliendo al ataque, contra de Kulusevski, balón a Chiesa, asistencia para Morata, descolgado por sus protestas, y gol del ariete, de nuevo de zurda, de nuevo por el palo corto. De nuevo poniendo en evidencia a Pepe Reina.
No acabó ahí el calvario de la Lazio, pues consideraron los romanos que ese error no era suficiente castigo para su inoperancia, y solo un minuto más tarde Milinkovic-Savic dio la prometida paletada de arena a su partido al cometer un absurdo e innecesario penalti sobre Ramsey cuando el galés renunciaba a la acción y se salía del área.
Penalti que, sin Cristiano, Morata ejecutó a la perfección para batir por segunda vez a su compatriota y dejar visto para sentencia el encuentro. 3-1 y poco más que relatar.
Los cambios sirvieron a Pirlo para dosificar esfuerzos. Metió a Cristiano, pero eso fue lo más relevante que tuvo tiempo de hacer. Inzaghi intentó meter una marcha más, pero aunque los suyos no tiraron la toalla, no lograron ni siquiera recortar distancias o marcar el gol de la honra.
Y eso fue, en parte, gracias a Szczesny, quien tuvo poco trabajo, pero respondió bien en cuanto fue exigido. Final y tres puntos que se quedan en Turín, para que la Juve pueda seguir soñando con una remontada histórica que le permita ganar su décimo 'Scudetto' consecutivo.
Y revés para una Lazio que aspiraba a acercarse de nuevo a Europa, pero que terminará la jornada, como mínimo, a un punto de la Conference League, actualmente en manos del Nápoles, quien recibe este domingo a un Bologna que entre semana amargó a los de Inzaghi.