Luigi de Magistris, alcalde de la ciudad, justificó a los 'tifosi' napolitanos que abarrotaron las calles tras la victoria de su equipo en la Coppa. Para él, como el coronavirus no causó tantos estragos en el sur, estos festejos no deberían ser un problema.
Cuando vieron la luz las imágenes de las multitudinarias celebraciones por las calles de Nápoles, atiborradas de aficionados del club 'azzurro' como si no hubiera pandemia en Italia, no pocos se echaron las manos a la cabeza.
Pero no todo han sido críticas. El alcalde de Nápoles, Luigi de Magistris, ha defendido a sus conciudadanos. "No quiero participar a la fiesta de la hipocresía. Todo lo que ha ocurrido era predecible y si el Gobierno quería evitarlo hubiera tenido que prohibir el fútbol", espetó, a 'Sky'
Y el presidente de la Campania, región en la que se encuentra Nápoles, fue más allá. "Algunos comentarios muestran una propensión al racismo hacia la Campania y el sur. Los 'tifosi' celebraron y eso habría pasado en cualquier parte", bramó Vincenzo de Luca.
"En Turín, para una final de Champions, hubo muertos y heridos", dijo, recordando la malograda final de 2007 en la que la Juve cayó en Cardiff ante el Madrid.
La razón de fondo es su enfrentamiento personal con Matteo Salvini, senador de la República. "Aquel patán ha demostrado ser un burro, porque él mismo el 2 de junio organizó una manifestación violando todas las normas de distanciamiento", destacó De Luca.
"La Campania, con casi 6 millones de habitantes, solo tuvo 4.615 casos de COVID-19. Lombardía tuvo 20 veces más y 40 veces más fallecidos que nosotros. A los que no tienen memoria, les recordamos que aquí cerramos todo 15 días antes de las decisiones del Gobierno, mientras que en otras zonas de Italia se seguía bailando y bebiendo", dijo el presidente de la Campania, para finalizar.