Neymar fue el hombre en el que se encomendó el PSG durante los primeros 90 minutos, aunque desapareció algo más en la prórroga, también afectado por el cansancio evidente en ambos equipos al no tener el ritmo de competición.
Por ello, la final de la Copa de la Liga se decidió desde los 11 metros con una tanda de penaltis en la que dominaron los aciertos por uno y otro bando. Pero el penalti más seguro fue el de Neymar.
El brasileño fue el quinto de su equipo en lanzar y, como los grandes cracks, demostró tener nervios de acero en esos instantes en los que otros tiemblan.
Cogió carrerilla y, andando hacia la pelota, se perfiló lentamente hasta que, con un suave giro de tobillo, colocó la pelota pegada al palo derecho de la portería de Lopes. Apenas le dio fuerza a su disparo. Como si estuviese en el sofá de su casa.
Fue el tiro de Sarabia, previa parada de Keylor a Traoré, el que decidió la tanda y el título a favor del PSG.