La igualdad fue total sobre el verde de Mestalla y, en consecuencia, el empate fue el resultado más justo para un encuentro que fue vibrante, y que superó de forma brillante el atasque que vivió en su primera mitad.
Porque los dos tiempos fueron bien distintos. El primero fue una guerra de trincheras, en la que el balón no salía del centro del campo, y el segundo fue todo lo contrario, la medular desapareció y la acción estaba en las áreas.
Los minutos pasaban y las oportunidades de gol brillaban por su ausencia. No fue hasta el 13' cuando se registró el primer disparo, y ni siquiera fue a puerta. Correspondió al Rayo, por un error del Valencia al mover la pelota.
Pero aunque el primer aviso fue franjirrojo, el gol sonrió al Valencia. Lo hizo, eso sí, tras minutos de suspense, porque el VAR hubo de intervenir. Saveljich había derribado, con cierta polémica a juicio de los vallecanos, a Hugo Duro en el área, al patearle el tobillo al ir a despejar un balón.
El penalti, en inicio señalado por Hernández Hernández, fue inmediatamente anulado por el colegiado porque su asistente había señalado fuera de juego previo del delantero valencianista. Sin embargo, el VAR determinó que Hugo Duro estaba en posición correcta, por la punta de la bota de Saveljich, en el momento del pase.
Ahora le tocó a Hernández Hernández determinar si la patada fue o no penalti. Para algunos, clamoroso; para otros, dudoso cuanto menos, porque Hugo Duro metió el pie con más fe que posibilidades reales de alcanzar la pelota y el zaguero franjirrojo no se esperaba que apareciera en la trayectoria de su patada al balón.
Tras ver la acción, el árbitro señaló la pena máxima, porque el golpe fue demasiado fuerte. Penalti que Carlos Soler convirtió en el 1-0 con una buena definición, engañando por completo a Dimitrievski.
El Rayo no cambió su planteamiento con el gol, pero el Valencia sí. Se echó un poco atrás, apretó menos la salida de balón de su rival, pero eso no derivó en la apertura de un partido muy cerrado.
Empezó a cargarse el Valencia de amarillas (vio seis en total, y dos las vieron los dos apercibidos que tenía Bordalás), pero también el Rayo (cinco le mostró Hernández Hernández al conjunto visitante), pero logró contener a su rival para que no pudiera sacar el partido del punto muerto en el que se encontraba.
El descanso dio paso a un segundo tiempo que nada tuvo que ver con el primero, pues desde muy pronto el centro del campo se rompió (quizá por la acumulación de tarjetas que había en esa zona en uno y otro equipo), y el partido se empezó a jugar a la contra en las áreas rivales.
Y ahí empezó el Rayo a trabajar el gol del empate, el cual llegó en el 64', obra de Isi al cazar un balón suelto después de que Cillessen le hiciera un paradón soberbio al remate imposible de Catena, quien logró mandar a puerta, y pegado a la cepa del poste, un balón que pasaba rodando, y no exageramos, no menos de 30 centímetros a su espalda. Cómo lo hizo, y si lo hizo de forma intencional, es algo que solo él sabe.
La respuesta del Valencia fue un disparo que Dimitrievski repelió también a las mil maravillas, pero no tuvo mucho más. Los cambios de Bordalás para tratar de revitalizar su ataque no funcionaron y el Rayo trató de matar el partido a la contra en la recta final.
Tuvo un par de ocasiones muy claras, todas a la contra. Primero, en el 85', cuando Álvaro García, solo ante Cillessen, regaló el gol a Andrés Martín, quien nada más tenía que empujar el balón a gol, pero no se esperaba el regalo de su compañero y no lo alcanzó.
Después, en el 89', la redención de Andrés Martín, a pase de nuevo de Álvaro García. Batió a Cillessen con una sutil picadita, pero recibió el balón en fuera de juego.
Y, por último, en el alargue del alargue, Bebé se hartó de balón y, solo ante el portero neerlandés, le pegó a reventar muy tarde, cuando Diakhaby ya se había tirado a tapar el disparo.
Tres veces perdonó el Rayo al Valencia, pero no le pasó factura, y logró el equipo vallecano sacar un valioso punto de un campo muy difícil. El premio para el Valencia se antoja algo más escaso, pero que a la vista de cómo acabó el partido, casi que es de agradecer.