No hay más cera que la que arde en el Madrid. El equipo continúa siendo una sombra, escaso de confianza y pobre en muchas facetas. Esta versión que no pasa de la tercera marcha le sirvió para ganar a un combativo Viktoria Plzen, aunque los checos no fueron la Cenicienta que se presuponía e incluso acabaron soñando con el empate en un Bernabéu que silbó en varias ocasiones a los suyos. Las sensaciones de cara al 'Clásico', horribles.
Se atisbaba goleada y el Madrid terminó encerrado en su área. Cierto es que malogró varias ocasiones claras, pero también el Viktoria Plzen aunó opciones ante un Madrid al que le falta autoridad y le sobra nerviosismo. Kroos, Modric o Casemiro fueron apariciones fantasmagóricas, muy lejos de ser aquel centro del campo que dominó Europa en los tres últimos años. Lopetegui, posiblemente, se marchó más discutido de lo que era cuando llegó al estadio.
El mejor, el que casi siempre se lleva las críticas: Benzema. El francés aportó luz en las sombras y, gol aparte, fue el único que tuvo acierto en el ataque. Por detrás, Marcelo -acabó lesionado- dejó su espalda descubierta demasiadas veces. En el otro costado, Lucas demostró que lo de ser lateral no va con él. Petrzela lo entendió a las mil maravillas y fue un suplicio constante en la primera mitad.
Un gol rápido y un sufrimiento inesperado
Asomó el partido con aroma a plácido triunfo. Ramos remató contra el poste en el 5', aunque si no es por Keylor el Viktoria se hubiera adelantado en el 11'. Fantástica mano izquierda del 'tico' segundos antes del gol de Benzema. Centro de Lucas, bueno al segundo palo, y cabezazo franco al primero del francés. Celebración rabiosa para el cuarto máximo goleador de la historia de la competición.
Isco tomó el mando, pero el buen juego duró lo que un parpadeo. Muchas piernas paradas, poca fluidez y demasiada distancia entre las líneas. El Madrid es un equipo roto, que deja infinidad de metros entre sus líneas. Lo vio el Viktoria, que no se escondió y al borde de la media hora puedo empatar. Por suerte para el Madrid, a Limbersky se le apagó la luz delante de las barbas de Keylor.
Benzema e Isco pecaron de individualistas en dos acciones que eran gol o gol; Hruska se ganó el sueldo después de dos errores groseros en el pase y Petrzela, al borde del descanso, elevó los decibelios de un Bernabéu enfadado. Marcelo regaló su espalda, Lucas no defendió la suya y Petrzela, con Keylor casi batido, la tocó con la espinilla para mandar al limbo la ocasión de su vida.
Gol de Marcelo, lesión del brasileño y un campeón colgando del larguero
El descanso dejó al Madrid aún más dormido. Salió sin ritmo, como si la cosa no fuera con él. Havel la tuvo absolutamente solo en el área y Lopetegui se enfadó. Abroncó a Marcelo y cambió a Isco, que se fue diciéndole algo y con cara de muy pocos amigos. El lío estaba servido pero lo arregló Marcelo. Robo de Fede Valverde -buen partido el suyo-, taconazo de Bale y vaselina de fantasía del brasileño.
El pescado estaba vendido y el Madrid se soltó durante 10 minutos, no más, la melena. Modric y Bale, en dos ocasiones, dispusieron de tres opciones más que claras para el gol. No acertaron, a Benzema le anularon un gol y Lucas, en una posición más acorde a sus prestaciones, cabeceó fuera un buen centro de Bale. Ahí murió el Madrid. Lo que vino después, inexplicable.
Hrosovsky destrozó centro del campo y defensa entrando por el medio, como un camión en una autopista. Definió con tranquilidad, lejos del alcance de Keylor. Y ahí, cuando el Madrid tuvo que cerrar el choque con el balón en los pies, se lo cedió al Viktoria Plzen. Acorraló el cuadro checo al campeón de Europa, se rompió Marcelo y el Madrid cerró el triunfo entre silbidos. Próxima parada, el Camp Nou.