Visitaba Praga el combinado inglés como líder. Primero de grupo a 90 minutos de sellar su pase matemático a la fase de grupos de la próxima Eurocopa. Solo debía ganar a los checos, algo que ya hizo en la primera vuelta por un contundente 5-0.
¿Qué podría salir mal? Todo. Absolutamente todo, al menos para los ingleses. Para los checos fueron 90 minutos de épica y gloria, que terminaron con una victoria que allana su camino hacia el campeonato itinerante del próximo verano.
El encuentro comenzó con un ritmo asfixiante, sobrecogedor incluso. Porque en diez minutos hubo un penalti y dos goles. El primero de ellos, tras un penalti claro sobre Sterling que transformó Kane.
Pero los checos no se quedaron de brazos cruzados. Habían encajado el 0-1 a los cuatro minutos, pero no les afectó. De hecho, hasta las benefició.
Porque Inglaterra desde el primer minuto demostró estar desconectada. No era el temible equipo que había llegado invicto a este encuentro. Era otro. Otro distinto, que no jugaba a nada.
Chequia se aprovechó de eso pronto, y en su primer acercamiento ya hizo trabajar a Pickford, quien sacó una mano providencial para conceder un córner que fue el primer golpe al orgullo inglés.
Porque a la hora de defender los balones parados, Chequia sacó los colores a Inglaterra. Una y otra vez, desde esta primera ocasión, los ingleses sufrieron de lo lindo a manos de sus rivales.
Nadie acertó a despejar el centro al área desde la esquina, y el balón quedó suelto, delante de Brebec, para que el central checo rematase con la rodilla e igualase la contienda cuando apenas habían pasado nueve minutos de juego.
El arranque fue tan apoteósico que todo lo que siguió a estos primeros minutos fue una enorme decepción. Así, sin paños calientes. Inglaterra siguió desconectada, y los checos dominaron la contienda durante buena parte del primer periodo.
Pasó poco, muy poco hasta el descanso. Inglaterra, cerca del 45', empezó a salir de su largo letargo, pero sin consecuencias ni peligro. Estaba anestesiada y parecía cuestión de tiempo que algún delantero checo se inspirase y ajusticiase al combinado inglés.
Pero para eso hubo que esperar. El segundo tiempo, por suerte para el espectáculo, fue más movido. Sin llegar al arranque del partido, pero sin caer en el tedio del primer periodo, los minutos pasaron con ocasiones en ambas áreas.
Inglaterra, en torno a la hora de partido, empezó a carburar. Mount se echó el equipo a la espalda y la República Checa pasó sus primeros apuros en mucho tiempo, pero eso no evitó que Pickford tuviera que seguir siendo providencial para evitar el naufragio.
Los cambios volvieron a frenar el ritmo de juego, pero la entrada de Ondrasek al partido, en el minuto 65, resultó ser determinante. Su entrega sin concesiones resultó vital para los checos.
Tuvo el gol de la victoria en sus botas en el minuto 83, pero un inoportuno resbalón, por estar más atento de no perder el balón que de rematar, le privó de él, pero aprendió la lección.
En el 85', la sorpresa. O quizá no tan sorpresa, viendo cómo habían jugado uno y otro equipo. Masopust, desde la derecha, asistió a Ondrasek y este, desde dentro del área y libre de marca, remató un penalti en movimiento para dar el triunfo a los suyos.
La zaga inglesa se desconectó en el momento más inoportuno. La República Checa ganó con justicia el duelo, igualando a los ingleses a la cabeza de la tabla, pero aún en segunda posición al contar con un partido menos por ser un grupo de cinco.
Inglaterra tendrá que esperar para certificar su clasificación para la Eurocopa de 2020. Lo logrará si gana a Bulgaria el próximo lunes, siempre y cuando Montenegro le haga un favor ganando en Kosovo. Algo que también favorecerá a los checos, aunque tendrán que esperar al próximo parón para poder optar a hacerlo matemático.