Las cenicientas nunca son tales en los torneos cortos. Una fase de grupos de tres partidos no admite errores y Guinea lo ha aprendido por las malas. Era la favorita, y casi se lleva un revolcón.
Guinea planteó el partido con un once con muchas caras nuevas. Su seleccionador vio en Madagascar a un rival asequible, y decidió dar minutos a los que no debían tenerlos ante Nigeria y Burundi.
La jugada no le salió del todo mal. Guinea se adelantó en el primer tiempo gracias a Sory Kaba, pero a la vuelta del descanso todo cambió.
Guinea volvió de los vestuarios dormida, quizá hasta confiada. Madagascar, en un córner, sacó petróleo. No está muy claro qué pretendía hacer la zaga guineana, pero concedió un gol difícil de explicar.
Sólo había un jugador malgache para rematar, en el primer palo, en el área pequeña. Estaba rodeado de camisetas rojas. En el punto de penalti, otros jugadores isleños. El balón fue para Anicet Andrianantenaina, lo peinó casi sin querer, y para adentro.
El gol dejó a Guinea en shock. Madagascar, que estaba jugando por primera vez en su historia una fase final de la Copa África, se encontró, de golpe y porrazo, empatando con una selección a priori superior.
Pero lo mejor estaba por llegar. Porque Madagascar, de nuevo aprovechando que defender no parece estar en los planes de Guinea, volvió a marcar. Razakanantenaina se la dio a Andriamatsinoro y este, tras un fallo coral de la zaga guineana, batió a Aly Keita.
Guinea movió ficha, metió a los buenos y la cosa cambió. Entre Keita, Koita y Yattara pusieron a Madagascar contra las cuerdas, y Kamano empató el partido tras cometer Métanire un claro penalti.
El arreón final no fue suficiente, y mientras Madagascar sumó un punto que sabía a gloria, Guinea se lamentaba por haber dejado escapar una victoria que parecía asegurada antes de saltar al césped.