En un mundo del fútbol tan globalizado como el actual, en el que los países del norte de Europa han evolucionado tanto, parecería extraño calificar como hazaña la clasificación de Noruega a un Mundial. El conjunto escandinavo tiene a algunos de los mejores jugadores de Europa y es cuestión de tiempo que retorne a un Campeonato del Mundo en el que no participa desde 1998.
Precisamente en el anterior, el de Estados Unidos de 1994, los entonces seleccionados por Egil Olsen escribieron la que probablemente sea la historia más bella del fútbol noruego. El país no solo se clasificó a la cita mundialista que dio inicio a la globalización del fútbol por primera vez después de 56 años, sino que lo hizo dejando en la cuneta a los inventores del deporte. Inglaterra cayó en un grupo que también contaba con los Países Bajos, Turquía, Polonia o San Marino y en el que los noruegos solo perdieron un partido y cuando ya estaban clasificados al campeonato.
Ni la Inglaterra de los Shearer, Ince, Wright, Gascoigne o Platt ni los Países Bajos de Van Basten, Bergkamp, Koeman o Rijkaard pudieron con un equipo que arrancó con un 10-0 a San Marino y se cargó de una fe inquebrantable con el paso de las jornadas. Únicamente cayó en la última jornada, más festiva que otra cosa, ante una Turquía que tampoco era la Selección que ha sido desde entonces.
De padres a hijos
Casi 30 años después, Noruega trata de repetir la hazaña y arrancó con un sólido 0-3 ante Gibraltar en un partido en el que su gran estrella, Erling Haaland, ni se despeinó. Stale Solbakken es el seleccionador actual, un futbolista que debutó con la Selección Noruega en 1994, en los amistosos previos a la Copa del Mundo, aunque no viajó a Estados Unidos y no se asentó en el equipo nacional hasta poco después.
Y Solbakken dirige en este 2021 a cuatro hijos de compañeros suyos en aquella mítica Selección Noruega. El más reconocido es Haaland, pues su estatus de estrella mundial ha logrado que se haya hablado más de su padre durante su eclosión que en su propia carrera. Archiconocido en su día por una entrada de Roy Keane que le destrozó la pierna y que fue una venganza, jugó en aquel Mundial de Estados Unidos con Noruega y quedó eliminado pese a que los cuatro países del grupo empataron a puntos por haber marcado menos goles que sus rivales.
Junto a él, en aquella Selección Noruega, también estuvieron en la cita mundialista después de ganarse el hueco durante la fase de clasificación Erik Thorstvedt y Goran Sorloth. El meta, que jugaba en el Tottenham y era uno de los futbolistas más conocidos de la Selección, es el padre de Kristian Thortsvedt, joven del Genk que fue precisamente uno de los goleadores ante Gibraltar en el estreno de las eliminatorias. Centrocampista a diferencia de su padre, está llamado a ser uno de los acompañantes de Martin Odegaard en el centro del campo de Noruega durante los próximos años.
Y si la posición de Kristian no se parece en nada a la de su padre, sí que puede presumir de haber aprendido cosas de su progenitor Alexander Sorloth. El delantero, uno de los máximos goleadores de Europa en las últimas temporadas y perfecto acompañante de Haaland en la punta, cogió el testigo de su padre Goran. El mayor de los Sorloth jugó en Estados Unidos y fue clave para su país en la fase de clasificación. Su gol ante los Países Bajos, con el que Noruega logró una de las victorias más importantes de su historia en 1992, fue decisivo para la clasificación al Mundial de los de Egil Olsen. Aún es considerado como una de las dianas cruciales en la historia del fútbol noruego y su hijo trata de emularle. También marcó en el debut ante Gibraltar.
Finalmente, otro hijo de internacional noruego cierra el cupo en la actual Selección. Patrik Berg, estrella en ciernes del Bodo/Glimt, intenta repetir lo logrado por su padre en los años 90. Orjan, mayor de la saga, jugó en varias etapas en la Selección Noruega, aunque no estuvo en el Mundial de 1994. Sí que formó junto al actual seleccionador, Stale Solbakken, en la parte final de su carrera, en algún partido del combinado escandinavo. Como Sorloth, Haaland o Thorstvedt, jugó contra Gibraltar y amenaza con convertirse en otro habitual de las convocatorias del ex compañero de su padre para actuar como pivote.
Las similitudes con la gesta de 1994, además, no acaban en el listado de jugadores. Noruega, que arrancó con un triunfo igual de sólido que en 1992, también se verá las caras con los Países Bajos, que cayeron en el debut en Turquía, y con el propio combinado otomano, a la postre el único que le derrotó en aquella eliminatoria mundialista cuando ya no se jugaba nada. ¿Será una señal para creer en el retorno de Noruega a un gran torneo por primera vez en el presente siglo?