¿Conocen la sensación de la duermevela? ¿Cuando estás todavía dormido pero empiezas a ser consciente de lo que ocurre a tu alrededor porque vas a despertar? Así está el Granada ahora mismo. Pero en ese estado aún se sueña, y el cuadro 'nazarí' lo hace con una remontada al United en Old Trafford.
El Granada ha claudicado, pero todavía no ha dicho su última palabra. El resultado no es el deseado, pero no es desastroso. El sueño todavía no se ha tornado en pesadilla.
Arrancó el Granada el partido muy valiente. Intimidando incluso a un Manchester United que supo lidiar con estos primeros compases del encuentro. El Granada se la jugaba, porque presionar arriba equivale a dejar huecos atrás.
Huecos que, con la velocidad que tiene el United, iba a costar tapar. Tardó cinco minutos el equipo visitante en buscar el primer balón largo para Rashford, quien, pese a no estar fino, a arrastrar molestias, fue un verdadero incordio para la zaga rival.
Pronto el Granada pasó a un segundo plano, y adoptó un rol más conservador, entregando la iniciativa al United, más habituado a este escenario. Como resultado, la posesión fue de los 'red devils', y fue el Granada quien buscó la contra.
Las cartas sobre la mesa
Con ese esquema se jugó gran parte del encuentro. El Granada estaba claramente más preocupado por no encajar que por marcar, pero era su mejor baza. Enfrente no estaba un cualquiera, no es un Nápoles en horas bajas o un Molde, es el Manchester United.
El consuelo del Granada es que prácticamente no concedió una a su rival. ¿El problema? Que prácticamente la que concedió, la encajó. Ocurrió, eso sí, a la media hora de juego, no se piensen que el gol de los 'red devils' fue inmediato.
Todo comenzó con una buena acción de ataque del Granada, que acabó en saque de puerta para De Gea. El español sacó en corto para Lindelöf, este avanzó metros y puso un balón largo para la carrera de Rashford.
Un revés doloroso, pero asumible
Lo que ocurrió después fue genial, aunque usted sea del Granada. El delantero inglés hizo un control en carrera perfecto, y lo acompañó con una buena definición ante la presión de Domingos Duarte, con la que superó a Rui Silva.
El gol, aunque doloroso, no fue catastrófico para el Granada. Jugando la ida en casa estás obligado, sí o sí, a marcar al menos un gol a domicilio en caso de empate a cero en la ida, que era lo que no descartaba Diego Martínez.
Tardó en reaccionar el conjunto local. De hecho, el United merodeó el segundo, pero no lo anotó. Hubo que esperar a la recta final del primer para volver a ver atacar con convicción al Granada, y cuando lo hizo, el United se puso en tensión.
Yangel Herrera lo intentó, y luego lo hizo Soldado. Kenedy también se animó. La pizarra de su entrenador causaba estragos en las filas del rival, pero el gol se resistía a entrar.
El precio a pagar por ganar en Granada
Pero el descanso llegó antes de que el United hubiera de lamentar algo más que el hecho de haberse cargado de amarillas. Amonestaciones que, en los casos de McTominay y Shaw, acarrean suspensión. Pogba también la vio, pero en su caso estará en Old Trafford si así lo desea Solskjaer.
Otros también la vieron en la segunda mitad, entre ellos, Maguire, quien también se perderá la vuelta. Fue el peaje a pagar por el United en este encuentro. Un 0-2, pero tres bajas por sanción.
La segunda parte comenzó con el Granada de nuevo yendo a morder, y de nuevo bajando el pistón tras no lograr sorprender en los primeros minutos a su rival.
La diferencia con el primero es que ahora el United no estaba tan interesado en marcar. Como resultado, el ritmo fue más lento, y los cambios, por mucho refresco que introdujeran al campo, no hacían sino frenar el dinamismo del partido una y otra vez.
El arreón final...
Y de nuevo, como en la primera parte, el Granada apretó al final. Los de Diego Martínez se dieron un homenaje de 15 minutos, en los que el United no hizo mucho más que defenderse. Hasta once saques de esquina llegaron a botar los locales.
No fue, eso sí, un bombardeo. La defensa del United apenas dejaba huecos, y cuando el balón lograba superarla, ahí estaba David de Gea, muy seguro en este encuentro, alejado de su otra imagen, trémula y cargada de dudas.
Sin embargo, cuando parecía que ambos firmaban el 0-1 (por extraño que parezca), ocurrió lo impensable. Esa suerte que siempre acompaña a los grandes equipos. Un penalti inocente, pero también estúpido e innecesario.
...con el desenlace que nadie esperaba
Eteki, recién entrado al partido, golpeó en la cara a Bruno Fernandes mientras le cubría, mirando el balón colgado al área. El luso cayó y su compatriota de azul celeste señaló, ante la incredulidad 'nazarí', la pena máxima.
Y fue el propio Bruno Fernandes quien se encargó de convertir el penalti, pese a que su otro compatriota, Rui Silva, a punto estuvo de atrapar su disparo.
Aquello fue la puntilla a un Granada que sentía que con el 0-1 tenía opciones de remontar, pero que de repente vio cómo un 0-2 se convertía en una losa muy pesada, muy difícil de mover.
Pero esto es un sueño, y en los sueños a veces ocurren cosas extraordinarias, hasta imposibles. ¿Por qué no puede un debutante levantar un 0-2 en la vuelta? El Granada está inquieto, casi despierto, pero todavía duerme. A ver si este mal rato no se torna en pesadilla.