Guillermo Ochoa completó una Copa Oro celestial, que terminó con título y premio a mejor arquero incluido. El jugador del Standard de Lieja, además, fue clave en rondas anteriores, como en cuartos ante Costa Rica.
En la final, aún con 0-0 en el marcador, Ochoa tiró de reflejos para negar el gol a Pulisic. El jugador del Chelsea se plantó casi en el área pequeña por velocidad, pero la astucia de Ochoa pudo más.
El cancerbero tuvo mérito doble, ya que disputó la final lesionado. Sufría molestias en el abductor de su pierna derecha desde días atrás, pero tiró de oficio y entrega para ser de la partida.
Por ello, nada más concluir el encuentro, varios de sus compañeros corrieron y se abrazaron de forma efusiva con él.