El 6 de julio de 2009, Florentino Pérez se salía con la suya y el Real Madrid presentaba en el Santiago Bernabéu Cristiano Ronaldo, el hombre que tenía que acabar con el reinado del Barcelona de Pep Guardiola y Leo Messi.
Los inicios fueron complicados para el astro y, de hecho, el conjunto 'merengue' se tuvo que conformar con una Copa y una Liga, amén de un par de Supercopas, hasta que Guardiola se fue de 'can Barça' y el Real Madrid pudo regresar al trono.
Su rendimiento, eso sí, estuvo siempre fuera de toda duda. CR7 fue madurando en Chamartín y se convirtió en la bestia del fútbol mundial que llegó a ser en la capital de España.
A partir de 2014, justo después de la Champions de Lisboa, su rendimiento empezó a ir a más. Fue decisivo en las Champions de 2016, 2017 y 2018 y tras la conquista de la última decidió marcharse.
Lo hizo de una manera diametralmente opuesta a su presentación en el equipo blanco. Llegó como estrella e hizo explotar el Santiago Bernabéu y se fue casi con nocturnidad y alevosía, nada más ganar la final de Kiev y sin casi festejar el título con sus compañeros.
Entre medias, desde el anuncio de su fichaje hace once años y su marcha, 450 goles y 120 asistencias que hicieron las delicias de la hinchada 'merengue' y le convirtieron, durante varios años, en el mejor jugador del planeta.