Puede que sea uno de los derbis del norte que más desapercibido pasen, pero siempre deja cositas un Osasuna-Eibar. El de este domingo era una auténtica final que ha tornado en color rojo en plena lucha por la permanencia.
En la memoria queda el 0-0 de la primera vuelta en Ipurua; un duelo igualadísimo desde el principio hasta el final. Lo que se vivió en El Sadar fue distinto, con dos equipos que querían -y necesitaban- ganar absolutamente por encima de cualquier cosa.
A los 13 minutos ya amenazó Budimir, que volvió al once para acompañar a Calleri. En el 18' fue precisamente el argentino el que abrió la lata con un derechazo sensacional a pase del lateral Manu Sánchez. Osasuna golpeó primero, pero el Eibar no se hundió.
El partido estuvo lleno de contestaciones por uno y otro bando. Lucas Torró amenazó con un disparo a bocajarro despejado por Dmitrovic y, a los escasos minutos, Sergio Herrera sacó el chut de Bryan Gil desde la frontal del área.
La mayor alegría 'armera' llegó al filo del descanso con el golazo del encuentro. Bryan Gil, la auténtica sensación de este Eibar, encontró a Kike García en el área y el poderoso delantero definió con clase y con la puntera en modo fútbol sala. Directamente a la escuadra e imparable para Herrera.
Con el empate en el marcador, Osasuna y Eibar se tomaron el partido con más calma, conscientes de que estaban tan cerca de ganarlo como de perderlo. Aunque si alguno debía arriesgar era el conjunto rojillo, en descenso y obligado a ganar para no descolgarse y salir del farolillo.
Y, de hecho, poco a poco fue ganando metros Osasuna, aprovechando la velocidad de sus puntas y el refresco de los cambios. A Calleri le anularon un gol por fuera de juego y Dmitrovic sacó una mano espectacular en el disparo lejano de Roberto Torres.
Fue en el minuto 87 cuando llegó el éxtasis pamplonés con el remate en boca de gol de Budimir: buen centro al área, peinada perfecta de Adrián López, que acababa de entrar, y el croata remachó con algo de fortuna gracias al poste. Un 2-1 clave para la salvación, tres puntos que saben a oro puro en una auténtica final.