Duelo de media tabla entre un equipo instalado en la necesidad y otro que ya se había olvidado de lo que era volver a casa con una alegría. Osasuna rompió su maleficio a domicilio, a costa de dejar muy tocado al Granada.
Desde el primer minuto quedó claro que Osasuna había salido mucho más enchufado que su rival al partido. Los de Arrasate llegaban antes a los duelos, se llevaban los balones divididos y eran los únicos en pisar el área rival.
En consecuencia, tras varios acercamientos sin peligro, llegó el gol. Un buen gol de Moncayola que, sin embargo, no subió al marcador al estar su asistente, Ante Budimir, en posición antirreglamentaria al comienzo de la acción.
Aquello hizo que desde las gradas del Nuevo Los Cármenes se empezara a escuchar un murmullo que no auguraba nada bueno. Murmullo que se transformó en silbidos cuando, justo en la siguiente acción, Osasuna estuvo de nuevo a punto de adelantarse, de nuevo por medio de Moncayola.
Había pasado menos de un cuarto de hora y Osasuna ya había tenido dos ocasiones clarísimas para ir por delante en el marcador, pero un equipo que iba camino de sumar 600 minutos sin marcar lejos de su estadio no se instala en esa mala racha por casualidad.
El gol le estaba siendo esquivo al conjunto rojillo lejos de El Sadar, y no porque los de Jagoba Arrasate no lo intentasen. En Granada hicieron todo lo posible por marcar, pero cuando vieron que de nuevo el gol les fue esquivo, quizá por desánimo, quizá por tomarse un respiro, su rival pudo reaccionar.
Tenía sometido Osasuna al Granada, pero por ese cambio de actitud en el conjunto visitante, los de Robert Moreno empezaron a jugar, a tener balón y vivieron sus mejores minutos del partido.
Esto se tradujo en su propio gol anulado, también por fuera de juego, en su caso de Luis Suárez, a la media hora de partido. Granada y Osasuna firmaron una suerte de armisticio tras esta ocasión, y sin goles el partido llegó al descanso.
A la vuelta, sin Collado, uno de los mejores en el cuadro 'nazarí', Osasuna volvió a hacerse con el mando del juego. Llegaban una y otra vez los rojillos a las inmediaciones del área de Luís Maximiano, hasta que en un córner, Rubén García conectó con la testa de David García y Osasuna se puso por delante en el marcador.
No hubo reacción en el Granada. Sí, Robert Moreno introdujo cambios, volcó a su equipo al ataque, y acabó jugando con todos los delanteros que tenía en el banquillo, pero no solo no le dio resultado, sino que Osasuna tuvo, una tras otra, ocasiones de sobra para sentenciar el duelo.
No lo hizo bien por su propia falta de acierto (el resbalón de Torró solo ante la portería), bien por el buen hacer de Maximiano (en su mano a mano con el Chimy, tras un jugadón individual del argentino de quitarse el sombrero).
Osasuna no podía evitar sentir que estaba perdonando más de lo debido, pero con un rival tan volcado al ataque, parecía cuestión de tiempo que en una contra llegase el tan ansiado gol de la sentencia, pero eso no ocurrió hasta el minuto 89.
Ahí se acabó un encuentro que tuvo cinco de alargue. El Granada ve cómo su crisis se agranda, y cómo la paciencia de sus aficionados empieza a agotarse. Osasuna, en cambio, celebra volver a Pamplona con un triunfo bajo el brazo por primera vez desde hace tres meses.