Venía el líder de hincar la rodilla ante el Albacete y debía demostrar de nuevo por qué domina la Segunda División. Comenzó la misión 'asaltar la muralla gijonesa' y hubo que probar de varias formas para buscarle las cosquillas al sistema rival. La principal arma, los centros laterales.
Los asturianos iban de más a menos. Al principio, se defendían bien y conseguían generar sus ocasiones a la contra y con disparos lejanos, pero los locales fueron imponiéndose y monipolizando el duelo hasta que llegó la diana de Marcos Mauro. El central mandó a la red un córner de cabeza.
Los centrales del Cádiz estuvieron soberbios. La seguridad defensiva que dio sobre todo Fali fue clave para poder jugar con tanta libertad. Desde el gol, el Sporting no supo reaccionar a pesar de sus intentonas y se llegó al descanso con el 2-0 más cerca que el 1-1.
No cambió la tónica en el segundo acto, aunque los asturianos se estaban acercando peligrosamente. Apareció Álex para mandar al fondo de las mallas un centro de Salvi al segundo palo que controló de forma excelsa. Ajustició a Mariño con un zapatazo usando la derecha.
Lo que no se esperaba era que Borja López recortara distancias dos minutos después gracias a un balón dividido tras un córner. Aprovechó el rechace y pilló desprevenido a Cifuentes con el interior de la bota zurda. Entonces se instalaría la locura con un penalti que tardó casi cinco minutos en pitarse.
El autor del gol sportinguista derribó a Caye en el área, pero el contacto de su pierna derecha con la izquierda de su rival fue mínimo. El colegiado, en un principio, rechazó señalar la pena máxima, pero, tras ir a consultar el monitor, la concedió. Álex fue el encargado de marcarla, firmando su doblete.
Entonces volvió el encuentro a ser como lo fue durante casi todo el duelo hasta el pitido final. Los del norte, combativos, trataban de marcar un gol más, mientras que el cuadro de Cervera, superior, tampoco renunciaba a meter el cuarto. Pero el luminoso no se movió del 3-1.