Oblak volvió a demostrar que eso de los reflejos y la reacción es un elemento más de su ADN. Salvó a Eslovenia (aunque acabaría perdiendo) ante Austria en la primera mitad con una mano a un remate a quemarropa.
Los austriacos colgaron un balón al área que ni fue despejado por unos ni controlado por otros en primera instancia. Tras el bote, la bola llegó mansa a Gregoristch, que intentó reventarla con la zurda.
Lo hizo entre la frontal del área pequeña y el punto de penalti, por lo que tan sólo estaba a unos nueve metros de Oblak. Este apenas se inmutó para sacar una mano tan veloz como certera y rechazar el disparo.
Ante el Lokomotiv de Moscú, en Champions, el meta 'colchonero' ya dejó un paradón doble de muchos quilates en una jugada parecida. La distancia era similar, aunque la reacción fue aún más brutal.