Karim Benzema está 'on fire'. Si su primer gol al Celta fue exquisito, el segundo no se quedó atrás. En el primero se llevó elogios por su genial control, y en el segundo, por su 'dribbling' y calma dentro del área.
Apareció el mejor Benzema para encaminar al Madrid a un nuevo triunfo liguero. El ariete galo tuvo la calma, la paciencia necesaria para firmar otra obra de arte.
Ahora bien, pudo haber quedado en nada, pero como hemos dicho, la diosa fortuna le volvió a sonreír. Dejó con el molde a Roncaglia, disparó a puerta y Sergio Álvarez tocó lo justo el balón para mandarlo al poste.
Y cuando parecía que la ocasión se perdería, apareció para su pesar Gustavo Cabral. Le pegó en la cara el balón y se lo metió en su propia portería.