Se paraliza el mundo, no existe otra cosa en Escocia. Porque trasciende lo deportivo, tiene tintes religiosos, enfrenta a familias. El Celtic-Rangers, da igual la ventaja que haya en la clasificación, siempre es partido sagrado. Y no decepcionó el último.
Porque se resolvió en los minutos finales cuando todo apuntaba a una victoria solvente de los locales. En cuatro minutos de la primera mitad, el panorama no podía ser mejor para los católicos: gol de Edouard y roja para Morelos, que pagó la intensidad del choque.
Con todo, el equipo de Steven Gerrard supo sobrevivir a las varias acometidas del Celtic. No solo se mantuvo en pie con uno menos, sino que llegó a empatar y a crear zozobra por el resultado en la segunda parte.
Kent culminó una gran acción de ataque que comenzó en el saque del portero y él mandó a la red desembarazándose de dos rivales antes de cruzar el tiro en la salida de Bain.
Con las tres sustituciones hechas, Boyata se lesionó, por lo que se recobró la igualdad de fuerzas. Con todo, el único que achuchó hasta el final por el triunfo fue el Celtic.
Por eso llegó el tanto de Forrest, un clásico del Old Firm, ya que no cejó hasta ese 2-1. Un balón en largo para Edouard lo habilitó perfectamente al espacio dentro del área para la llegada del delantero, que marcó definiendo sin problemas.
Fue la victoria número 157 del Celtic, que ya está a solo tres de los que el Rangers había cosechado en épocas mejores. En la época contemporánea, el gran derbi de Escocia se pinta de verde y blanco.