Hay partidos que van dejando la sensación de que nunca se abrirán. Y es justamente lo que ocurrió en el Carlos Tartiere. Oviedo y Málaga se marcharon como llegaron, aunque ligeramente más descontentos los locales.
Primero, porque les urgía el triunfo. Segundo, porque estuvieron más cerca del gol que sus rivales. Sin embargo, esos problemas crónicos de puntería que está mostrando este año se volvieron a evidenciar.
Aunque pudo haber encontrado su botín a 15 minutos para el final, cuando un chut cruzado de Steven Prieto lo repelió la madera. Luego se pasó por la línea de gol y Munir se quitó de encima como pudo la bola, para evitar el segundo rechace.
Lo bueno para los carbayones es que nunca dejaron de intentarlo. Incluso segundos antes de que el colegiado pitara el final del encuentro llegó una ocasión para Boateng, aunque cruzó el tiro demasiado dentro del área.
Al Málaga no le viene mal el punto, menos aún en la secuencia de dos victorias seguidas que sumaba y dados sus problemas para sumar a domicilio a lo largo del año. Eso sí, lo positivo del empate, que le deja a la misma distancia que estaba del líder, no debe eclipsar algo de conformismo.
Incluso por parte de Muñiz, que apuró hasta los últimos minutos del choque para hacer las sustituciones. No hizo ni por quitar a Lacen, que protagonizó el susto del día tras un fuerte impacto en la cabeza por parte de Toché. El mediocentro, eso sí, pudo continuar.
La delicada situación de Anquela queda entre paréntesis, mientras que el Málaga cerrará 2018 a dos puntos de la cabeza y, en función de los resultados del domingo, lo hará en puestos de ascenso directo o zona de promoción.