Venía el Getafe de una semana caliente, con el cruce de declaraciones entre Iñaki Williams y José Bordalás tras lo ocurrido en San Mamés. Un Bordalás protagonista en rueda de prensa con su "esto es fútbol, papá". El técnico azulón, además, no podía ver el partido desde el banquillo por su expulsión en Bilbao. Pero lo vivió como el que más. Un choque que deja, seguro, un sabor amargo para el entrenador del Getafe, que vio cómo el Villarreal escapó vivo del Coliseum Alfonso Pérez. Y por dos razones: la primera, la gran actuación de un Jörgensen que se mostró más seguro que nunca. La segunda, la falta de recursos de un Getafe que se obcecó con los centros (44) en busca de Latasa. El Villarreal aguantó como pudo... y poco más.
El partido de las 14.00 siempre tiene un tinte especial. El calor acechó a los 22 protagonistas sobre el verde del Coliseum Alfonso Pérez a los dos equipos. Bordalás decidió hacer varias rotaciones, mientras que Pacheta solo movió a Mandi, al banquillo, por Gabbia. Un encuentro que comenzó con poco ritmo, pero que cambió su guion después de la acción más polémica del partido. En el minuto 23, en un lance de juego, Álex Baena soltó el brazo y golpeó con el codo a Maksimovic, que por allí pasaba. El colegiado no apreció nada grave en un inicio, pero recibió el aviso del VAR. Tras verlo, tardó pocos segundos en tomar una decisión: Baena, expulsado.
La inferioridad numérica del Villarreal, naturalmente, cambió el plan de partido de Pacheta, que tiró al equipo varios metros atrás. Reajustó el dibujo, pero el Getafe ya comenzaba a acercarse al área del equipo amarillo. Un remate de volea de Borja Mayoral nos brindó la primera gran parada de Jörgensen en el partido. A mano cambiada, el danés evitó el 1-0. A partir de ahí, tampoco pasó mucho más en esa primera parte. El Villarreal logró dormir el partido y que se jugase poco en las áreas. Al descanso, ambos entrenadores movieron ficha.
Centros y más centros
Greenwood y Latasa entraron al inicio de la segunda mitad. El segundo, con una clara premisa: ser un incordio en cada centro lateral. Y así fue. Pese a la intención de Pacheta de frenar esa sangría por los costados con la entrada de Alberto Moreno y Kiko Femenía, el Getafe se agarró a ese clavo para amenazar sobre el área del Villarreal. El primero en intentarlo fue Greenwood, quien recogió una pelota suelta en el costado izquierdo. Encaró y disparó, pero se fue su remate cerca del poste izquierdo de la portería de Jörgensen.
El danés fue la pesadilla de un Getafe que, sin hacer un gran partido y sin exponer gran fútbol, siendo justos sí que tuvo más ocasiones para llevarse el partido. Y Jörgensen, el mejor del partido por su repercusión, fue el que evitó que los tres puntos se quedasen en el Coliseum. Latasa lo intentó. En una de sus oportunidades, hizo dudar a un Jörgensen que solo mostró esa grieta durante el encuentro. De hecho, en su semisalida en esa acción, corrigió para estar al quite en el posterior remate de Arambarri.
Con la lesión de Foyth, el Villarreal sufrió aún más. Retrocedió metros y dejó vía libre para esos centros laterales del Getafe. Casi que lo quería así el equipo amarillo. Diego Rico, el siguiente en amenazar con el 1-0, cazó una pelota suelta en el interior del área. Seducía demasiado el golpeo al primer toque y el lateral cayó en la trampa: su remate se fue muy arriba.
Y todavía quedaba la mejor intervención de Jörgensen, que de nuevo malogró el 1-0 azulón, esta vez a Arambarri, que disparó desde la frontal del área. Meritoria actuación del danés. Por las dudas que había presentado en otros partidos, por lo complicado que fue el encuentro para el Villarreal y porque ningún jugador en el Getafe destacó en exceso, el guardameta emergió como el gran nombre propio del partido. Resistió a los 44 centros de un Getafe al que, por momentos, le faltó más fútbol.