Özil no vestirá más la camiseta de la Selección Alemana. No al menos mientras en la Federación no se produzca un gran cambio. Özil, en su carta de despedida, en la que explicaba los motivos de su renuncia, ha dejado bien claro que es la DFB la principal culpable de ésta.
Todo comenzó con su foto con Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía. Cierto sector de la política alemana, así como la prensa afín, cargaron con dureza contra el futbolista, asegurando que con esa foto, Özil respaldaba al dirigente y sus polémicas políticas.
Özil trató de explicarse, asegurando que sus motivos no fueron políticos, sino culturales. Sus padres son turcos, y consideró que ese encuentro, el cual no era la primera vez que tenía lugar, era un acto de respeto hacia la patria de sus ancestros.
Parte de Alemania no lo entendió así, y la DFB, personificada por su presidente, Reinhard Grindel, tampoco. El cóctel perfecto para un gran problema.
Özil, en su comunicado oficial, asegura que Grindel no le permitió explicarse, y que en todo momento trató de darle un tinte político a algo, para el futbolista, completamente inocente.
El entendimiento con la Federación era imposible. "Por eso no atendí a los medios de la DFB durante el Mundial. Sabía que la prensa hablaría de política, y no de fútbol, para atacarme, incluso aunque Oliver Bierhoff diese por zanjado el tema antes del amistoso contra Arabia Saudí en Leverkusen", escribió Özil.
El futbolista denunció que la DFB trató de alimentar la polémica siempre que pudo. Özil, Gündogan y el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier (no confundir con el jefe de gobierno, denominado Canciller, cargo ocupado en la actualidad por Angela Merkel) acordaron lanzar un comunicado conjunto, y eso enfureció a la Federación aún más.
El Mundial terminó de separar sus caminos. La Federación, tras la eliminación, prácticamente echó a Özil a los leones. A la DFB le faltó señalarle con el dedo y acusarle de haber perdido él el Mundial.
"No pienso volver a ser el chivo expiatorio por su incompetencia. Sé que me querían fuera del equipo tras la foto, pese al respaldo de Löw y Bierhoff. A ojos de Grindel y los suyos, sólo era alemán cuando ganábamos, y un inmigrante cuando perdíamos", escribió Özil.
Denunció que Lukas Podolski y Miroslav Klose nunca fueron tratados de polaco-alemanes en la derrota, como él sí era turcoalemán cuando las cosas no iban bien.
La fotografía con Erdogan lo cambió todo. Los descalificativos por parte de cierto sector de la política y la cultura alemanas fueron tremendos. Özil lamentó que este incidente se utilizara para hacer política racista y xenófoba.
Lo cierto es que las acciones de Grindel con Özil no deberían sorprender a nadie. El futbolista, en su comunicado, le saca los colores al presidente de la DFB recordando su pasado como miembro del Parlamento.
"El multiculturalismo es en realidad un mito, una eterna mentira", dijo Reinhard Grindel en 2004. También criticó he hecho de que el islam esté tan presente en muchas ciudades alemanas. Queda claro que su conflicto con Özil no fue algo personal, sino político.
"No me siento querido, y creo que lo que he logrado desde mi debut en 2009 ha sido olvidado. Personas con un pasado de descriminación racial no deberían poder trabajar en la federación más grande del mundo, con tantos jugadores con raíces extranjeras", escribió.
La decisión asegura que ha sido tomada tras reflexionar largo y tendido al respecto. Pero no es irreversible. "No jugaré con Alemania mientras tenga esta sensación de racismo y falta de respeto", agregó.
"Llevé la camiseta de Alemania con orgullo y emoción, pero ya no". Mesut Özil ha tenido suficiente, y no ha dudado en señalar a los culpables de su marcha.