Fue una auténtica montaña rusa de emociones lo que vivió Dani Parejo en el Villamarín. Un 25 de mayo que difícilmente olvidará. Tuvo de todo: tensión, alegría, drama, suspense y euforia.
La tensión de los primeros minutos dio paso a la alegría tras los goles de Gameiro y Rodrigo, pero la sonrisa se le borró del rostro a Parejo cuando en el 64' se lesionaba él solo tras botar una falta.
El capitán del Valencia se resbaló al chutar y no solo mandó el balón a la grada. Se hizo daño en el gemelo. Obligó a Marcelino a cambiar su primera sustitución. Kondogbia entró igualmente, pero no por Gameiro, como estaba previsto.
Dani Parejo se retiró preocupado. Quería jugar. Quería ayudar a sus compañeros, y desde la banda poco podría hacer. El suspense llegó con el gol de Messi, en el 73'. El Valencia debía aguantar unos veinte minutos.
Y lo hizo. Y pese a sufrir una inoportuna lesión, pese a cojear de forma ostensible, Dani Parejo subió al palco de autoridades a recoger el trofeo que acreditaba a su equipo como el vigente campeón de la Copa del Rey. Y las lágrimas derramadas en la entrevista post partido se convirtieron en alegría pura.