Se acababa de salir en el mercado y Nasser Al-Khelaïfi buscaba un puñetazo en la mesa con el que avisar de sus intenciones. Desde luego, no causó indiferencia esa primera apuesta.
Barcelona y Real Madrid, además de otros grandes, habían puesto sus ojos en el argentino. No obstante, la entidad gala fue más rápida y lista.
Siete años después, Pastore se había quedado sin sitio en el once titular del equipo parisino y se había quedado como uno de los muchos suplentes de lujo en el Parque de los Príncipes.
Su traspaso a la Roma supone el fin a esa primera oleada de galácticos, que luego tuvo continiudad con los Ibrahimovic o Lucas Moura.
La actual fase es mucho más ambiciosa, con desembolsos bastante más astronómicos, como los del verano pasado con Neymar y Kylian Mbappé.
Ahora, Pastore busca de nuevo minutos para sentirse protagonista. A Al-Khelaïfi, sin embargo, no le vale otra cosa que no sea ganar la Liga de Campeones tras tanto dinero invertido.